-Interpretar hacia atrás
sin contextualizar es peligroso. Entonces, ¿qué hubieras hecho tú?.-
Edición en español (2007) |
Género. Novela.
Lo que nos cuenta. En el libro Las
benévolas (publicación original: Les Bienveillantes, 2006) conocemos
a Max Aue, oficial de las SS, que recorre algunos de los principales
escenarios de la Segunda Guerra Mundial como testigo (y a veces participe) de
los sucesos que ocurren en ellos. Pero aunque esa pueda ser la trama, no es
exactamente lo que nos cuenta la novela, se lo tengo que confesar, querido
lector.
Mi opinión. Primero, tengo una
pregunta que hacer: ¿si esta novela, con los mismos planteamientos,
transcurriera durante la China de los Qing o la de la Guerra Civil, durante la URSS de las
purgas estalinistas, durante la dictadura camboyana o en Ruanda no hace mucho,
sentiríamos exactamente lo mismo al leerla? Lo pregunto porque en el fondo
podría ser igual, una situación en la que las decisiones violentas y horribles
propuestas por el Estado (una entidad impersonal en la que las
responsabilidades se escurren como el agua entre las piedras) deben ser
aplicadas si eres parte de su maquinaria y que, si te opones a ello, puede que
se te apliquen a ti. Tengo la sensación de que, aunque debería, no sería lo
mismo, pero pregúntenselo ustedes después de leer la novela, una obra difícil
por muchos motivos, ya se lo adelanto.
Y es que creo que la
morbosa fascinación del periodo retratado por el autor tendrá que ver con
muchas filias y fobias respecto a la obra, que no a todas. Porque también es
igual de cierto que se trata de un libro desmesurado en todos los sentidos,
donde alegoría, delirio y onirismo se confunden (¿camuflan?) con la narración del
hecho vivido en realidad, que se describe con una frialdad intencionadamente
cruda pero de discutible necesidad narrativa en muchas ocasiones, porque la
verdadera monstruosidad de cosas como la Shoah, el T4 y otras vías de
“procesamiento” es imposible de narrar.
Mención aparte merece el
protagonista, Max, que desde lo patológico de su carácter, evoluciona para ser
un producto de su tiempo, del que parece tratar de abstraerse por momentos para
mantener su (insana) cordura, y que mira (justifica) el pasado con clara
frialdad y aparente juicio. Max y su comportamiento, igual que el propio libro,
tienen tantas lecturas como lectores.
Destacado. Que el estilo narrativo
densamente monocorde (una herramienta más del autor, en mi opinión, nada
casual) va pasando de la pausada narración al tono febril para adecuarse al
estado de ánimo imperante en el Reich según avanza la guerra, de la
despreocupada euforia a la locura más enajenante.
Potenciales evocados. La cara del que llega a
la lectura desde libro por el mismo camino de la mercadotecnia literaria que lo llevó a "catedrales del
viento" y a "códigos de la tierra"; El rey de los alisos por
aquello de que la realidad nos va sucediendo independientemente de cómo la
interpretemos, entre otras razones; la enfermedad del payaso Pagliacci; José
Luis y Amadeo en otras circunstancias; alguna reflexión de Good, pero
llena de peyote y partiendo de un perturbado en lugar de un profesor de
Literatura.