miércoles, 30 de enero de 2013

LA REPÚBLICA DE LOS SABIOS. Arno Schmidt



-Hay muchas formas de trabajar el género, por muchas razones y con muchas intenciones.-
Portada del libro La república de los sabios, de Arno Schmidt
Edición en español (1981)

Género. Ciencia ficción.

Lo que nos cuenta. El libro La república de los sabios (publicación original: Die Gelehrtenrepublik, 1957) nos trasladamos a un año 2008 en el que la Comisión ha decidido traducir al alemán (lengua muerta en ese momento y el único tipo de lengua a la que, según la Ley Interworld “sobre escritos peligrosos”, se puede recurrir para la publicación de libelos políticos o de otra naturaleza subversiva), conservar e imprimir la crónica que el periodista norteamericano Charles Henry Winer escribió sobre su viaje y estancia de cincuenta horas en la isla donde habitan los mayores representantes de la ciencia, el arte y el pensamiento de su tiempo. Stadion, el traductor de la obra y uno de los únicamente ciento veinticuatro capacitados en el mundo para hacerlo después la última guerra, no parece muy contento con la tarea, no aprecia a Winer ni el tono frívolo de su crónica, por lo que hará todo lo posible para que nosotros, los lectores, entendamos mejor la narración mediante abundantes notas del traductor al pie de página.

Mi opinión. Desde el retrato (parcial por partida doble) de una realidad ficticia, divertida distopía en la que el autor ironiza, con humor y fineza, sobre la Guerra Fría, los progresos deslumbrantes (¿monstruosos?) de la ciencia, las convenciones sociales, la política de su tiempo y el culto a los “elefantes blancos” que viven en su Olimpo (¿o es Alcatraz?) particular. Autor no demasiado conocido fuera de ciertos círculos y considerado en ellos como referente literario poco reivindicado del siglo XX y novela no apta para cualquier paladar.

Destacado. La descripción simultánea de dos realidades, la del periodista (directa) y la del traductor (indirecta).

Potenciales evocados. Vacío perfecto y Un valor imaginario, por aquello de tratar obras que no existen y por el ingenioso humor; toques Jack Vance, más allá de los pies de página.

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