sábado, 26 de enero de 2013

DECLARA. Tim Powers



-Cuando los cinco de Cambridge se encuentran con los Dioses Primigenios (¿o son los Antiguos?).- 
Portada del libro Declara, de Tim Powers
Edición en español (2003)

Lo que nos cuenta. El libro Declara (publicación original: Declare, 2000), con estructura de novela y vocación de ucronía, nos relata la vuelta de Andrew Hale al juego de espías del que se retiró hace ya unos años. Moviéndose hacia delante y hacia atrás en el tiempo, el libro nos cuenta la vida de Hale y nos describe la intrincada gama de relaciones entre él y las diferentes agencias de información, tejiendo todos su red mientras se enfrentan a un inquietante fenómeno sobrenatural de grandes dimensiones.

Mi opinión. Muy original (como casi todas las obras del autor) en sus planteamientos, conjuga el juego de espías y operativos del siglo XX desde una perspectiva muy realista (usando personajes conocidos y situaciones históricas bastante familiares) con la fantasía más “cósmica” o “dimensional”, pero siendo esta más la dirección del vehículo que su motor o su carrocería.

Llenando con elementos “lovecraftianos” ciertos huecos de la historia que va desde la herencia del Gran Juego hasta la Guerra Fría (y lo que hay en medio), la tensión va subiendo a medida que la narración avanza, pero ni sube tanto ni el bizcocho termina de “subir” en ningún momento, porque parece que la tensión es más un estilo que un desarrollo propiamente dicho. El autor nos explica muchas cosas pero que no siempre son las que el lector, y solo por culpa del propio escritor, quiere saber. Sin ser densa, sí que es una cómoda victoria del planteamiento frente al desarrollo.

Destacado. Desde el estilo “powersiano”, otra buena idea más para pavimentar caminos.

Potenciales evocados. Principalmente, el propio Tim Powers, sin la menor duda; John le Carré (aunque no sólo lo digo yo, lo dicen todos, hasta el propio autor), pero licenciado por Miskatonic; Graham Greene, cuando se pasea por el espionaje y por lo de la recurrencia de lo religioso, pero veraneando en la meseta de Leng y sin tanto interés en la indeterminación y los dilemas; Helen MacInnes si se hubiese casado con William Dyer.

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