-Fondos de otra época, formas y conceptos actuales
mirando hacia delante.-
Género. Ciencia ficción.
Lo que nos cuenta. En el libro El ladrón cuántico (publicación original: The Quantum Thief, 2010) conocemos a Jean le Flambeur, un legendario ladrón que se pudre en una extraña, pero funcional, prisión de la que se fuga con la ayuda de Mieli y su
nave Perhonen, una pareja que trabaja
para un empleador no identificado con mucha ascendencia sobre Mieli y que desea
usar las habilidades del ladrón. Pero Jean tiene muchos problemas de
memoria/personalidad que deben solucionarse antes de emprender cualquier trabajo.
Primer libro de la serie Jean le Flambeur.
Mi opinión. Novela de ritmo vertiginoso (roto con
frecuencia por flashbacks de
discutible necesidad) y conceptos de trasfondo tan abundantes como atractivos, que
toma riesgos muy valientes como dejar que sea el lector quien vaya entendiendo
esos conceptos por su cuenta (algo que agradezco, y mucho, a nivel personal, pero que
me consta que no es algo que se valore en demasía por lo general), que ofrece
usos de lenguaje, virtualidad, socialización, agrupamientos y combate poco
comunes, que navega entre lo farragoso y el preciosismo por momentos y con independencia de la pertinencia del uno y de la necesidad del otro, de
hechuras pícaras y aventureras bajo ropajes Hard
dinámicos y de cierto exotismo, personajes más al servicio de la idea que de la
propia trama que engorda, adorna y retuerce lo simple, dispersa en
direcciones por la inclusión de infinidad de pequeñas subtramas y bastante
entretenida si se consigue “comprar” la peculiar y arrojada propuesta.
Destacado. Que empieza a su ritmo y el lector debe
adaptarse al libro sobre la marcha.
Potenciales Evocados. En la contraportada, Charles Stross cita
a Greg Egan, Alastair Reynolds y Ted Chiang como referencias de esta obra, lo que es curioso
porque, además de que dichas referencias no son demasiado acertadas en
realidad (o al menos no lo son para este lector), se parece más al propio Stross en la segunda parte de Accelerando, cruzado
con Robert A. Heinlein sin dar cátedra, con Dan Simmons por su riqueza en los trasfondos mediante lo entrevisto nada más, con instantes Alfred Bester conteniendo su
pesimismo y con toquecitos de humor a lo Jack Vance.