-Ni colmillos ni murciélagos. Sí sentimientos y
soledad.-
Lo que nos cuenta. En el libro El
vampiro de la calle Méjico (publicación original: 2002), Juan deambula por
su vida y por su barrio, casi invisible a ojos de los demás pero pendiente de
lo que sucede a su alrededor, mientras recuerda su pasado y a los hombres y
mujeres que formaron parte de él.
Mi opinión. Novela escrita en primera persona y fuertemente
anclada en los flashbacks del protagonista, muy bien retratado, tanto
como para entender sus decisiones incluso en situaciones poco familiares para
muchos lectores pero con puntos en común con otros aspectos de la madurez en
general, con un tratamiento del sexo (homosexual en su mayor parte) no más
explícito que en muchas otras obras y sí con más tendencia a ser más pertinente
que la mayoría porque también nos habla del propio protagonista, que navega
entre el humor triste y la esperanza disfrazada de desinterés por un mar
cotidiano de olas urbanas.
Destacado. Que con este libro en un maletín que llevaba en
la mano, coincidí con el autor en el ascensor de un edificio muy alto y
conocido de Madrid, por cierto bastante próximo a la calle Méjico, y no
quise importunarlo pidiendo una dedicatoria.
Potenciales evocados.
El icónico personaje de Tirso de Molina, pero de halo triste y gris, con
intereses algo diferentes y menos crápula por mucho que ejerza; pasado el
tiempo, no dejo de pensar en el personaje principal de De dioses y monstruos,
pero más joven, abierto a opciones y con diferente realidad laboral.