miércoles, 18 de febrero de 2015

PAISAJES DEL APOCALIPSIS. Varios autores

-Momentos muy variados del fin de la civilización que conocemos.-

Portada del libro Paisajes del Apocalipsis, de varios autores
Edición en español (2012)
Género. Relatos.

Lo que nos cuenta. El libro Paisajes del apocalipsis (publicación original: Wastelands. Stories of the Apocalypse,  2008) y como su propio subtítulo indica, es una "antología de relatos sobre el final de los tiempos", que excluye de manera voluntaria las invasiones alienígenas y lo Z, con introducción de John Joseph Adams, con una interesante lista de lecturas recomendadas al final y con relatos que nos llevan a situaciones y ambientes tan distintos como una sociedad que no perdona lo que la guerra provocó ni lo que provocó la guerra, a conocer el trabajo de una mensajera, los subterráneos de una ciudad dentro de varios siglos, un futuro deshumanizado y violento, la realidad virtual como espectáculo itinerante y concurso, una Salt Lake City inundada, una sociedad en la que la expresión oral ha desaparecido y a ver cómo funciona un espectáculo ambulante, entre otros temas.

Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.

    - El sonido de las palabras (Octavia E. Butler, 1983): trabajo sensible, suave y de alcance, agradable de leer y por momentos un cruce de ambientes Barbagrís, pero violentos, la última parte de La carretera, situaciones de La persistencia de la visión y hasta algún toquecito Mad Max leve y lleno de saudade.

  - Chatarra (Orson Scott Card, 1986): relato que juega con valores religiosos (mormones, para ser más concretos, lo cual dista mucho de ser casualidad en este caso) para, indirectamente, contraponer posiciones agnósticas y, digamos, prácticas, al borde de lo sensible(ro) y con aires a lo que debió pasar mucho antes de la trama de Cántico por Leibowitz.

  - Gente de arena y escoria (Paolo Bacigalupi, 2004): muy destacado trabajo, no apocalíptico en sentido estricto, aunque sí sobre el camino que lleva hacia allí (o al menos hacia la pérdida de todo rastro de humanidad en varios sentidos), bien balanceado y tan interesante como logrado desde los contenidos, los estilos y hasta desde lo que sugiere, partiendo de lo que parece una versión Cyberpunk de conceptos de Un mundo devastado, pero llegando mucho más allá.

   - Pan y bombas (M. Rickert, 2003): relato bastante cuidado en las formas por su autora, no apocalíptico tampoco y sí sobre un fuerte retroceso de la civilización en un lugar determinado, con aires de Nada e incluso de Siempre hemos vivido en el castillo.

   - De cómo logramos entrar en la ciudad y salir de ella (Jonathan Lethem, 1996): obra que trabaja sobre la generación de sentimientos y sensaciones en el lector a través de los de los personajes, muy competente en lo técnico (pero falto de garra) y una especie de Danzad, danzad malditos sin baile y con algunas premisas próximas a Ready Player One, pero más malignas.

   - Oscuros, oscuros eran los túneles (George R. R. Martin, 1973): otro de los destacados en la antología, una aproximación al reencuentro de dos tipos de supervivientes al apocalipsis muy diferentes entre sí, de ambiente agrio, pero sensible, y con una especie de Gollum cruzado con algún personaje de Los árboles integrales, con capacidades de Luces del norte y en versión indoor profunda.

   - Esperando al Zephyr (Tobias S. Buckell, 2002): posapocalipsis positivista dentro de lo difícil de la situación y con aproximaciones a los conflictos vitales/generacionales, que parece el primer capítulo de una serie larga más que un relato aislado propiamente dicho.

   - Nunca desfallezcáis (Jack McDevitt, 1997): mezcla de situación posapocalíptica y homenaje sentido al espíritu más positivo (que no al espíritu general) de cierta figura histórica cuyo calibre se mide porque estuvo en el momento correcto en el lugar correcto con la actitud correcta.

  - Cuando los Admindesis gobernaron la Tierra (Cory Doctorow, 2006): relato que no sé si es un homenaje a esas personas pálidas y tan peculiares que nos suelen permitir el uso de sistemas informáticos gracias a su labor callada, pero que si lo es resulta discutible en muchos sentidos.

  - Las últimas formas-o (James Van Pelt, 2002): trabajo que evoca otras épocas del género en fondo y forma que, mucho más allá de prevenir sobre los peligros de la manipulación genética, resulta que nos advierte de confiar en lo que las cosas parecen y no en lo que son de verdad.

  - Naturaleza muerta con Apocalipsis (Richard Kadrey, 2002): un vistazo a posibles escenas de un apocalipsis que forman todo un cuadro al respecto, basado en cómo el ser humano es capaz de lo que sea (y ni la racionalidad ni el sentido común podrán evitarlo).

  - Los Ángeles de Artie (Catherine Wells, 2001): cuento triste y que apela a recuerdos de juventud y niñez del lector, con personajes que huyen de su realidad pensando en los mitos artúricos y algo efectista.

   - El juicio pasó (Jerry Oltion, 2008): otro de los relatos que parece de otras épocas, esta vez por el tema de fondo, recurrente hace ya unas cuantas décadas, que peca de insistir en la moraleja a través de la trama en lugar de dejar que el lector la acepte (o no).

  - Modo silencio (Gene Wolfe, 2002): relato inquietante, mucho más potente desde lo que genera en el lector que desde lo que cuenta de forma directa.

 - Inercia (Nancy Kress, 1990): trabajo exitoso en cuanto a su exposición de la naturaleza (eterna) del ser humano y su dualidad, cercano a la distopía por momentos.

  - Y el profundo mar azul (Elizabeth Bear, 2005): relato más cercano a la narrativa fantástica que a la ciencia ficción, sencillo, suficiente, pero algo distinto a la propuesta general de la antología.

  - Asesinos (Carol Emshwiller, 2006): trabajo que propone que “el otro” no siempre es el infierno y que tal vez el Hades lo seamos nosotros, duro en lo emocional y curioso de leer.

  - El Circo Ambulante de Ginny Caderasdulces (Neal Barrett, Jr., 1988): relato sin pretensiones, rápido de leer, al borde del Pulp a veces, con alguna facción de naturaleza interesante y un Tank Girl sin tanque.

 - El Fin del Mundo tal como lo conocemos (Dale Bailey, 2004): trabajo elaborado desde su técnica narrativa, lleno de pequeños homenajes (¿o son ajustes de cuentas?) al género, que apela a lo personal y con una idea curiosa que proponer al lector.

 - Una canción antes del Ocaso (David Grigg, 1976): relato simple que hará las delicias de los amantes de la cultura en general, a los que ofrece algo a lo que agarrarse en el fin del mundo que ya están viviendo en la actualidad (y a buen entendedor…)

 - Episodio Siete: La última defensa contra la Jauría en el Reino de Flores Púrpura (John Langan, 2007): otro de los trabajos que podría acercarse más a la narrativa fantástica que a la ciencia ficción, tanto por algún que otro rumbo de la trama como por algunas decisiones estilísticas.

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