domingo, 15 de febrero de 2015

WAYLANDER. David Gemmell

-Incluso con sus carencias, consiguió vislumbrar un camino.-

Portada del libro Waylander, de David Gemmell
Edición en español (2003)
Género. Narrativa fantástica.

Lo que nos cuenta. En el libro Waylander (publicación original: Waylander, 1986), una importante armadura es guardada en un lugar protegido… El sacerdote Dardalion, a punto de sufrir el asalto de unos bandidos, es salvado por un extraño y huraño guerrero llamado Waylander, nombre conocido por el sacerdote y por muchísima gente ya que la muerte fue su negocio mucho tiempo atrás y suele seguirlo allá donde va.  Libro que, a pesar de lo que podemos leer en su portada, en realidad es el tercer libro del primer volumen del Ciclo Drenai, por más que cronológicamente sí sea el primero, siéndolo también de la Trilogía Waylander (qué lío ¿verdad?).

Mi opinión. Novela de fantasía “seria” que, en su momento y a la vez que algunos otros libros y autores, se separó de los cánones hasta entonces para dotar su trama, estilo y atmósferas de tonos sucios, cruentos, sin glamur y sí con mucho polvo, pesar e incluso hasta remordimientos, narrada de forma parca, nada florida y sí bastante funcional, con unas cuantas frases poderosas, que ofrece una trama que no sorprenderá a casi nadie con cierto bagaje de género a sus espaldas, con un tipo de protagonista que ahora nos resulta bastante común y que no era así hace unas décadas, con secundarios a los que el escritor trata de humanizar mucho más de lo que era común en aquellos años, de ritmo suficiente, entretenida y curiosa de leer, en especial si se quiere conocer más de las evoluciones y caminos del género.

Destacado. Con todas sus carencias estilísticas y con toda su trama que ya nos suena de otras obras, de todas formas tiene un extraño atractivo.

Potenciales Evocados. Junto con los trabajos de Glen Cook, señaló unos rumbos en fantasía que entonces eran chocantes y que ahora son de lo más normal; mezcla de Gilead, M’Shulla Scott y el Hombre sin Nombre; momentos Joe Abercrombie sin su humor negro ni sus diálogos ocurrentes.

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