-Espiritualidad oriental, virtualidad generalizada y mucha
imaginación.-
Lo que nos cuenta. En el libro Rim (publicación original: Rim, 1994) y en el año 2067, Trevor Gobi nos presenta su breve reflexión sobre los tiempos de las
guerras mega-empresariales que ya han quedado atrás. En 2025, en Nuevo Tokio,
un anciano muy enfermo al frente de una de las mayores corporaciones de
su tiempo participa en la ceremonia de la realidad virtual. En 2027, en la
frontera entre México y USA, un hombre con la cara plateada se hace con unos
procesadores de conciencia. En el aeropuerto de Los Ángeles, el profesor Frank
Gobi, experto en chamanismo organizativo, antropología empresarial
transcultural y otros temas relacionados, sale en dirección al Aeropuerto
Internacional Nueva Narita sólo doce meses después del Mega-temblor que afectó
a Nuevo Nipón. Frank no deja de pensar en su hijo Trevor, que tras un incidente
“vive” en una Unidad de Realidad Virtual para Adolescentes. Primer volumen de
la trilogía Rim.
Mi opinión. Propuesta llena de imaginación e
inventiva en la parte más virtual del Cyberpunk, del que se aleja caminado
hacia una propuesta SciFi de alta tecnología en la que se imbrican diferentes
tipos de religiosidad y también de espiritualidad humanista, en la que los
elementos, figuras, referentes e imágenes orientales (principalmente de Japón pero no de manera exclusiva) dominan la narración, no
lenta pero sí suave y plagada de detalles, de trama central sencilla pero
decorada por miles de pequeños brillantes que pueden distraer, deslumbrar y
hasta a cegar (empezando por la fuente de letra usada y terminando en infinidad
de referencias cruzadas en el texto), nada Hard
en contra de lo que cabría esperar, con muchísimas indefiniciones y vaguedades
que ayudan a lo que creo que el autor quería generar con su lectura, con personajes sencillos
a pesar de las pirotecnia y, en resumen, una novela que generará sensaciones
muy encontradas según lectores, gustos e interés.
Destacado. La multitud de
ideas que nos presenta el autor.
Potenciales evocados. Momentos Nirvana cercanos a Matrix,
mezclados con la espiritualidad de El río de los dioses multiplicada por 100 y más al Este,
con guerras corporativas a lo Gibson pero alejándonos del technoir, con conceptos de Tron desde la óptica budista, sintoísta,
taoísta y muchas otras pero abrazando de manera íntima la era virtual-digital.