-Entre el Cyberpunk más “limpio” y el Steampunk más (casi)
razonable.-
Género. Ciencia ficción.
Lo que nos cuenta.
En el libro La era del diamante (publicación original: The Diamond Age, 1995) y en una Shanghai futurista donde la nanotecnología lo define casi todo, Bud es un buscavidas pendenciero y poco sensato cuyas acciones afectarán
al futuro de su familia, en especial al de su hija, Nell. Lord Alexander Chung-Sik Finkle-McGraw es un Lord Accionista neovictoriano interesado
en el diseño y desarrollo de un sistema informático portátil interactivo y
adaptativo que sirva para influir en la educación de su nieta, Elizabeth, por
lo que se hace el encontradizo con el brillante ingeniero John Percival
Hackworth, empleado de una de sus compañías, quien según avanza el proyecto ve en
él una oportunidad excelente para la formación de su propia hija, Fiona. Pero
para poder aprovechar la situación tendrá que recurrir a personas fuera de su
círculo político-social, peligrosas de distintas formas, quienes también tienen sus
propias ideas sobre el empleo de un dispositivo con capacidades tan
interesantes.
Mi opinión. Con el subtítulo Manual ilustrado para jovencitas, curiosa novela de potencia menguante
según avanzamos en su lectura porque se va pasando de rosca, con algunas ideas
bastante interesantes que, con el tiempo, se diluyen dentro de otras que no lo
son tanto y, además, pueden ser chocantes, que propone una sociedad tan
llamativa como poco probable, con personajes algo rígidos y una protagonista
con la que es bastante fácil empatizar durante casi toda la trama (de varios
niveles, quedan avisados), más confusa (y en algún momento, lisérgica) que
compleja en ocasiones, que se mueve en terrenos más propios de las fábulas
fantásticas o los cuentos (y con bastante soltura) cuando el manual entra en
acción, bastante rápida de leer y bastante fallida también pero, con todo, de
generalidad poco común y con pasajes francamente llamativos.
Destacado. El juego entre la realidad de Nell y lo que
le va proponiendo el manual.
Potenciales Evocados. El homenaje a Charles Dickens
(conceptual, a través de la trama, el trasfondo e incluso algunos
posicionamientos) es continuo; el videojuego que tanto ¿disfrutaba? Ender Wiggin en la Escuela de Batalla, llevado más allá; momentos Joseph Conrad (de verdad), pero edulcorados y adaptados a la propuesta.