miércoles, 15 de junio de 2016

FANTASÍAS. Varios autores

-Por nombres, abrumadora, pero desde los contenidos no tanto.-

Género. Relatos.

Portada del libro Fantasías, de varios autores
Lo que nos cuenta. El libro Fantasías (publicación original: 1989) es un antología de relatos, seleccionados por el competente Terry Carr, elegidos en la edición española entre los trabajos incluidos en Fantasy Annual de 1979, 1980, 1981 y 1982 que, a su vez, recopiló Carr entre lo publicado en distintas revistas y libros, que se aproximan a “lo fantástico” de distintas formas y que nos llevarán a conocer, entre otros, un pueblo donde no se cuentan historias, un pistolero tras una amenaza sobrenatural, un intercambio secreto de cartas, sombras entre el pasado geológico y un niño de diez años que despierta en el cuerpo de un adulto, entre otros temas.


Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.


   - Correo para el cartero (Robert Aickman, 1980): La casa del lago en versión agridulce y de más alcance, que alarga un poco de más la idea pero de factura técnica impecable, algo que es común a la globalidad de los relatos de esta antología.


   - El niño del caballo blanco (Greg Bear, 1979): vertiente poco conocida (y poco explotada) del autor que se ha movido mucho más en ciencia ficción, con una prosa rica y cálida (a niveles inesperados, aclaro), que critica intolerancias y homenajea a los narradores.


   - Las cosas que son dioses (John Brunner, 1979): el espíritu Gorodischer que flota sobre ambientes Vance o incluso Zelazny, que aunque habla de seres más allá del tiempo y la realidad del hombre trata de asuntos muy humanos.


   - Estratos (Edward Bryant, 1980): trabajo que habla sobre cuánto nos afecta el pasado, sea vivencial o sobrenatural, de buen ritmo, con mucho recoveco y curioso en sus resultados.


   - El adulto (Thomas M. Disch, 1981): breve, duro a su manera y ni más ni menos que la versión de la película Big que podría ofrecer Cronenberg.


   - La dama de blanco (Stephen R. Donaldson, 1978): relato de Fantasía al uso pero con detalles aquí y allá que tratan de diferenciarlo del género, sin mucho éxito en mi opinión en dicha tarea.


   - El pistolero (Stephen King, 1978): relato que más tarde se convirtió en el comienzo, literalmente y sin cambiar una coma, del primer volumen de la saga La torre oscura, de atractivo extraño y ambientes pesados, y que Carr define con mucho acierto como “de pistola y brujería”.


   - Espíritus de selenio de mil ochocientos setenta (R. A. Lafferty, 1978): rareza deliciosa (como casi todo lo que tuvo que ver con Lafferty) que toma un concepto de televisión Steampunk para convertirlo en un delicada historia con mucho de Lem pero más sensible si cabe y que podría haber sido inspiración, quién sabe, de algún trabajo de Kelly Link.


   - No mires atrás (Pat Murphy, 1980): historia muy femenina, sobre todo en el malvado y educado manejo de las relaciones personales, que demuestra que el pasado nos influye de muchas maneras.


   - La confesión de Hamo (Mary C. Pangborn, 1980): magia, de un tipo particular pero magia, en el Medievo y en ambientes de pícaros inteligentes.


   - El viaje de Lincoy (Jessica Amanda Salmonson, 1981): relato que a veces parece fábula pero no lo es, de ritmo suave y lento en ambientaciones orientales.


   - Dinosaurios en Broadway (Tony Sarowitz, 1981): trabajo que se acerca al desapego, a las malas rachas y a las crisis personales desde un planteamiento nada común.
 
   - Los habituales (Robert Silverberg, 1981): relato bastante breve con un concepto que pudo inspirar un rumbo de trama del Sandman de Gaiman pero aderezado con referencias históricas.

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