-Las sociedades
desagradables y perjudiciales para el ciudadano pueden tener muchos rostros.-
Género. Relatos.
Lo que nos cuenta.
El libro Calabazas en el trastero: Distopías (publicación original: 2018), con
prólogo de Juan Ángel Laguna Edroso, es una antología con trece relatos que nos
permiten echar un vistazo, desde distintas ópticas de horror fosco, a diferentes distopías construidas en el seno de sociedades indeseables para la mayoría de los individuos que viven en ellas y
que nos muestran la crisis de recursos al servicio del control social, la virtualidad
como estado de vida o como escape prohibido en otros casos, diversiones transhumanistas
de los más favorecidos, una ciudad llena de secretos, la felicidad como
objetivo y motor a cualquier precio, la cotización del individuo como título
accionarial, normas estrictas que llegan a enfrentarse a la propia naturaleza del
individuo, una escena de la vida de Winston Smith, mercados laborales con
reglas extremas, el manejo del retiro y la jubilación de los ciudadanos, el
valor de algunas sustancias endógenas o a reflexionar sobre lo difícil que
puede llegar a ser darse cuenta de que se vive en una distopía cuando se está inmerso
en ella. Vigésimo quinto volumen de la colección Calabazas en el trastero.
Mi opinión/Destacado/Potenciales
Evocados.
- Hormonas
(Daniel Garrido Castro): trabajo que muestra un nuevo valor con el que comerciar,
con bastantes tópicos y que transcurre sin sorpresas.
- El Mundo
Siniestro (Magnus Dagon): manejo del comportamiento humano a partir de la regulación
sociopolítica y penal, narrado con pericia a la hora de mostrar la presión constante
bajo la que vive el protagonista.
- Curso de
depreciación del valor humano (Martín Salegui): tragicomedia con aires de
sainete, buen ritmo y que se ve venir.
- La Academia
(Miguel L. Navarro): relato interesante, que además de la distopía de fondo maneja
un drama personal y entremezcla el despliegue de ambas tramas mediante una
técnica cuidada.
- El rey del Estrato
(Enrique Ferrer Pérez): breve, rápido y directo a la yugular sin
contemplaciones, algo que sirve para compensar que la trama no sea novedosa.
- El regalo de Dante
(Vicente Silvestre Marco): violencia en el seno de una historia que podría encajar
en ambientes y trasfondos exagerados de Carbono alterado.
- La habitación
ciento uno (Marc Sabaté Clos): homenaje, casi más cerca del spin off o de las “escenas desechadas
para el montaje final”, a 1984 pero
desde perspectivas foscas.
- El secreto de Hermética
(Edgar Sega): trama noir sin sobresaltos en una distopía futurista de aires retro
y decorados que parecen medievales, sin serlo en absoluto
- El heredero
(Andrea Prieto): relato que propone una combinación interesante del cuento de
fantasmas de toda la vida con una distopía tecnológica que altera la volición
individual.
- El tercer ojo
(Xuan Folguera): trabajo llamativo por el exotismo sencillo y casual de la
localización (supongo que gracias a un minucioso trabajo del autor) y el hábil manejo
de la tecnología como expresión (y extensión) de las creencias (y del ocio y la
evasión también), que funcionaría incluso en una antología de ciencia ficción.
- La vida en la
ciudad del Velo (Sergio Moreno): abordaje suave y cálido a la temática, pero
igualmente inmisericorde, lleno de sentimientos, con un homenaje (sospecho, o
quizá así lo quiera ver yo) a la figura de ese profesor o profesora que nos
dejó huella en nuestros tiempos de alumno.
- Los
desgraciados (Andrés Díaz Sánchez): trama que me hace pensar en el juego de rol
Paranoia dentro de escenarios y situaciones de Un mundo feliz, previsible en
términos generales.
- Un buen
candidato (Luis Guallar): orientación curiosa del tema de la antología, de
ritmo alto y constante, muy bien enfocada en el protagonista y su forma de afrontar su realidad, aunque también sea previsible.