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domingo, 17 de junio de 2018

CALABAZAS EN EL TRASTERO: DISTOPÍAS. Varios autores


-Las sociedades desagradables y perjudiciales para el ciudadano pueden tener muchos rostros.-

Portada del libro Calabazas en el trastero: Distopías, de varios autores 
Género. Relatos.


Lo que nos cuenta. El libro Calabazas en el trastero: Distopías (publicación original: 2018), con prólogo de Juan Ángel Laguna Edroso, es una antología con trece relatos que nos permiten echar un vistazo, desde distintas ópticas de horror fosco, a diferentes distopías construidas en el seno de sociedades indeseables para la mayoría de los individuos que viven en ellas y que nos muestran la crisis de recursos al servicio del control social, la virtualidad como estado de vida o como escape prohibido en otros casos, diversiones transhumanistas de los más favorecidos, una ciudad llena de secretos, la felicidad como objetivo y motor a cualquier precio, la cotización del individuo como título accionarial, normas estrictas que llegan a enfrentarse a la propia naturaleza del individuo, una escena de la vida de Winston Smith, mercados laborales con reglas extremas, el manejo del retiro y la jubilación de los ciudadanos, el valor de algunas sustancias endógenas o a reflexionar sobre lo difícil que puede llegar a ser darse cuenta de que se vive en una distopía cuando se está inmerso en ella. Vigésimo quinto volumen de la colección Calabazas en el trastero.


Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.


   - Hormonas (Daniel Garrido Castro): trabajo que muestra un nuevo valor con el que comerciar, con bastantes tópicos y que transcurre sin sorpresas.


   - El Mundo Siniestro (Magnus Dagon): manejo del comportamiento humano a partir de la regulación sociopolítica y penal, narrado con pericia a la hora de mostrar la presión constante bajo la que vive el protagonista.


   - Curso de depreciación del valor humano (Martín Salegui): tragicomedia con aires de sainete, buen ritmo y que se ve venir.


   - La Academia (Miguel L. Navarro): relato interesante, que además de la distopía de fondo maneja un drama personal y entremezcla el despliegue de ambas tramas mediante una técnica cuidada.


   - El rey del Estrato (Enrique Ferrer Pérez): breve, rápido y directo a la yugular sin contemplaciones, algo que sirve para compensar que la trama no sea novedosa.


   - El regalo de Dante (Vicente Silvestre Marco): violencia en el seno de una historia que podría encajar en ambientes y trasfondos exagerados de Carbono alterado.


   - La habitación ciento uno (Marc Sabaté Clos): homenaje, casi más cerca del spin off o de las “escenas desechadas para el montaje final”, a 1984 pero desde perspectivas foscas.


   - El secreto de Hermética (Edgar Sega): trama noir sin sobresaltos en una distopía futurista de aires retro y decorados que parecen medievales, sin serlo en absoluto


   - El heredero (Andrea Prieto): relato que propone una combinación interesante del cuento de fantasmas de toda la vida con una distopía tecnológica que altera la volición individual.


   - El tercer ojo (Xuan Folguera): trabajo llamativo por el exotismo sencillo y casual de la localización (supongo que gracias a un minucioso trabajo del autor) y el hábil manejo de la tecnología como expresión (y extensión) de las creencias (y del ocio y la evasión también), que funcionaría incluso en una antología de ciencia ficción.


   - La vida en la ciudad del Velo (Sergio Moreno): abordaje suave y cálido a la temática, pero igualmente inmisericorde, lleno de sentimientos, con un homenaje (sospecho, o quizá así lo quiera ver yo) a la figura de ese profesor o profesora que nos dejó huella en nuestros tiempos de alumno.


   - Los desgraciados (Andrés Díaz Sánchez): trama que me hace pensar en el juego de rol Paranoia dentro de escenarios y situaciones de Un mundo feliz, previsible en términos generales.


   - Un buen candidato (Luis Guallar): orientación curiosa del tema de la antología, de ritmo alto y constante, muy bien enfocada en el protagonista y su forma de afrontar su realidad, aunque también sea previsible.