-Reinterpretación libre de la criatura y los conceptos que la rodean.-
Lo que nos cuenta. El libro Frankenstein (publicación original: 2008), con Fernando Marías como editor (edición muy cuidada, enhorabuena, como
el resto de la serie TM) responsable de la antología (que como la del hombre lobo y la de Drácula se engloban en la serie Ternura para los monstruos), siete
relatos (y una ilustración a doble página a cargo de Santiago Sequeiros) que se
acercan, de maneras muy distintas, hasta conceptuales en algún caso e incluso
tangenciales, al monstruo que imaginó Shelley, a su entorno y circunstancias, y
no al doctor que lo creó en su laboratorio, por mucho que el apellido suela
llamar a engaño de forma habitual y sea un error de la cultura popular. Es
llamativo que los relatos se presenten con mucho sentido temporal respecto al
orden de los acontecimientos relativos al doctor y su criatura.
Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.
- La vida era amor (Ángeles Caso): acercamiento a la
autora del original y cómo, desde la ficción, sus vivencias pudieron crear al monstruo,
escrito con cuidado y muy agradable de leer.
- El lago (Espido Freire): homenaje sensible a la niña
sin nombre que el monstruo arrojó a un lago como ella arrojaba los pétalos de
una flor, pero también a su madre y a la relación con la niña, el doctor y su
criatura, también cuidado, suave y con potencia.
- La mirada del deseo (Paula Izquierdo): el capitán del
barco en el que muere el doctor, mientras navega entre los hielos, y que antes
había escuchado la versión de Frankenstein respecto a lo sucedido, ahora
escucha la del monstruo antes de saltar del navío, una trama psicosexual
sociofamiliar que explica mejor, con ficción, los desencuentros entre criatura
y creador.
- Segunda resurrección (Lola Beccaria): la criatura,
tras saltar del barco, toma la palabra para contarnos cómo volvió a la
civilización, mejoró su aspecto con los avances de la ciencia y ocupó el lugar
de su creador, en una trama que nos muestra que lo monstruoso y la fealdad
son conceptos que no necesariamente se basan en lo estético.
- En el nombre del hijo (Irene Gracia): otra versión de
lo sucedido tras la muerte del doctor en el barco, en la que la criatura decide
tener éxito allí donde fracasó su “padre” y rescata su cuerpo para devolverlo a
la vida sin que produzca miedo y rechazo, pero el relato juega con la historia
que se repite y con los roles que se mantienen de una forma muy inteligente.
- La desaparición (Pilar Adón): trabajo distinto al
resto de la antología por aproximarse al tema de forma indirecta, a través del
monstruo que nos acecha a todos, pero centrado en el de una pintora, que juega
demasiado con lo que es cierto y no lo es a los ojos de la protagonista aunque también, y quizá por desgracia, a los del lector.
- La mansión del páramo (Lourdes Ventura): homenaje a la
criatura (un poco) y a la literatura de horror de finales del XIX y comienzos
del XX (mucho, pero mucho), en la que se supone que el monstruo llegó a
Inglaterra y dejó volar su lujuria (o no lo hizo en realidad, quién sabe, al estilo de muchos trabajos de M. R. James).