miércoles, 17 de octubre de 2018

LA CONJURA DE LOS NECIOS. John Kennedy Toole


-Sátira que va de lo culto a lo “picantón” sin que la pluma tiemble.-

Portada del libro La conjura de los necios, de John Kennedy Toole
Edición en español (2006)
Género. Novela.

Lo que nos cuenta. En el libro La conjura de los necios (publicación original: A Confederacy of Dunces, 1980) conocemos a Ignatius J. Reilly, que reúne la mayor cantidad de defectos posibles en su carácter, casi como si los coleccionara. Vive con su madre, pisa la calle lo menos posible, no tiene empleo, sueña con ser un escritor conocido mientras emborrona cuadernos con su peculiar producción y despotrica contra todo lo que le rodea. Un trivial incidente termina en un pequeño accidente de tráfico que implica el pago de una cantidad de dinero que ni Ignatius ni la señora Reilly tienen, por lo que una de las peores pesadillas de Ignatius se hace realidad: tener que salir al mundo real en busca de trabajo. Novela escrita a comienzos de los años sesenta pero que solo se publicó tras el suicidio del autor y tras la insistencia inagotable de su madre, que tocó las puertas innumerables editoriales, durante casi una década.

Mi opinión. Novela devorada por su protagonista, Ignatius, uno de esos misántropos desagradables, retorcidos y entrañables que, gracias a la literatura (porque en la realidad serían insufribles en nuestro entorno) se hacen con un pedacito de nuestro corazón (pero también con el más profundo odio por parte de algunos lectores, quedan avisados), bastante adelantada a lo que se estilaba cuando se escribió pero, a la vez, demasiado “blanda” para lo que se estila ahora, más divertida que graciosa, más sarcástica que cínica, más surrealista que satírica, muy lograda a la hora de conseguir que ningún personaje nos caiga del todo bien (y esa era su intención, estoy seguro), de ritmo constante, igual que el tono, igual que las derivas, igual que su estilo (quedan avisados), que si no se “compra” su propuesta se puede hacer muy “cuesta arriba” y con todo, llamativa a su manera.

Destacado. Es igual desde el principio hasta el final en su despliegue, con todo lo que implica dicha circunstancia.

Potenciales Evocados. Ocurre lo mismo que con gente como Tom Sharpe o Eduardo Mendoza: detrás de la exageración, disparates, chistes y excesos, se ve una realidad clara y cristalina (bueno, tal vez un poco distorsionada pero reconocible) que todos identificamos.

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