-Innovador en su momento, pero pocos se dieron cuenta.-
Género. Ciencia ficción.
Lo que nos cuenta. En el libro Cismatrix (publicación original: Schismatrix, 1985) conocemos a Abelard Lindsay, un formista (o formador en otras ediciones) desterrado a la
Luna donde, de manera inmediata, debe usar su ingenio y su “formación” (nunca mejor
dicho) en diplomacia para encontrar tanto la forma de sobrevivir en la tensa
sociedad de Zaibatsu Popular Circunlunar de Mare Tranquilitatis como la forma de luchar por aquello en lo que
cree, muy distinto de lo que la facción mecanista (o mecanicista en
otras ediciones) propone.
Mi opinión. Novela atiborrada de ideas y conceptos en
su mayoría novedosos o al menos poco usados en aquel entonces, que creó escuela no de inmediato, sino años después, al tratar de una manera poco ortodoxa
(o especial, lo que prefieran) una mezcla de poshumanismo y Space Opera con reflexión indirecta que tardó tiempo en asentarse en la mente de los
lectores de género (y de varios escritores), de ritmo constante, con unos
personajes tan extraños como atractivos que se desenvuelven en ambientes y
escenarios futuristas, depresivos y muy imaginativos (en su tiempo,
insisto) y a la que el paso del tiempo ha hecho algo de daño en el aspecto narrativo, pero la ha colocado en la posición de referente de un estilo y unos
desarrollos de la ciencia ficción que se mereció desde el principio sin
conseguirlo.
Destacado. Cuando se editó, original en casi todo
desde la perspectiva global del concepto.
Potenciales Evocados. Accelerando sin la parte
de saga familiar, con toques Alastair Reynolds e incluso Iain M. Banks sin su seriedad, con
momentos de El ladrón cuántico sangrientos y duros mientras se aleja de la oscura y
amenazadora propuesta Formadora/Mecanicista de la primera parte de Crystal Express y se acerca por momentos,
en lo estilístico, a El chico artificial.