-Mezcla extraña con varios clásicos entre sus
páginas.-
Lo que nos cuenta. El libro Las mejores
historias de ultratumba (publicación original: 1973), con introducción de
A. van Hageland, también responsable de la selección de trabajos para la
antología, ofrece veintitrés relatos reunidos bajo la temática que ilustra el
título pero que “estira” el concepto de ultratumba hacia varios aspectos de lo
sobrenatural, y que nos permitirán conocer al fantasma que habita en las
oficinas del Times, a unas personas que roban cuerpos de las tumbas con
la intención de usarlos para la ciencia, un campamento minero abandonado, a un
bibliófilo recalcitrante, las anotaciones del diario de una profesora, a una
vampira juvenil, a una persona que contacta con los fallecidos, a los
responsables de una revista pulp, entre otros asuntos y personajes.
Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.
- La mano desollada
(Guy de Maupassant, 1883): más conocido como La mano disecada,
anticuado desde perspectivas contemporáneas en cuanto a la técnica y la
supuesta fuerza del horror que trabaja, que por momentos hace pensar en el
autoplagio (sin serlo en absoluto) cuando uno recuerda el relato La mano.
- El hombre
encantado (Charles Dickens, 1848): novela corta conocida en
español también como El hechizado y el trato con el fantasma, El
hombre embrujado o El poseído, parecidísima en muchas cosas a Cuento
de Navidad pero con un protagonista más íntimo y misántropo que el avaro
Scrooge.
- ¡Pobre Sonia! (Claude Seignolle, 1965): trabajo del que ya hemos hablado aquí, con formas que aluden a unos tiempos muy anteriores a su
fecha de escritura, quizá algo voluntario para eludir la normalidad con la que
se exponen situaciones bastante horribles.
- El testigo
ausente (Walter Beckers): derivas surrealistas en un texto que,
si no fuese por las referencias que lo sitúan en tiempos relativamente
cercanos, también parecería muy anterior en el tiempo por sus formas.
- Monsieur Barbazul
(Emil Petaja, 1944): reinterpretación del conocido personaje desde una
óptica entre lo surrealista y lo burlón, aunque creo que no intentaba eso.
- Los diez relojes (E. C. Grenville Murray): bastante breve, irónico y quizá falto de mordiente.
- El último hombre
(Seabury Quinn, 1950): otro de los trabajos que genera sensaciones mucho
más anticuadas de lo que su fecha de publicación original debería ofrecer.
- Una casa con
jardín (Eddy C. Bertin, 1972): manejo suave y agradable, dentro
de un orden, de la posesión de una mujer por parte del fantasma de otra mujer.
- Hamlet (William Shakespeare, Charles Lamb y Mary Lamb, 1807): trabajo que
formó parte de Tales from Shakespeare, recopilación de relatos que
trataban de acercar la obra de Shakespeare a los más jóvenes mediante el
trabajo de los dos hermanos (aunque a ella no la acreditaron en la portada
hasta tres décadas después), discutible respecto a su llegada hasta esa franja
de edad y logrado como resumen narrativo de la famosa obra.
- El
resurreccionista (Robert L. Stevenson, 1884): relato mucho más
conocido como El ladrón de cuerpos, pero también como El ladrón de
cadáveres, El profanador de tumbas, Los ladrones de cadáveres
o El usurpador de cadáveres, por citar algunos de sus muchos nombres en
las traducciones, clásico del horror muy famoso.
- Las lechuzas
(Michael Grayn, 1967): historia de fantasmas que, como varios otros
trabajos de esta antología, ofrece formas y atmósferas que parecen de otra
época anterior.
- Samuel Sappy
(Anónimo, 1882): trabajo sencillo que juega con lo que es cierto y lo
que no dentro de lo sobrenatural.
- El misterioso
rostro del Polo Norte (Jean Ray, 1964): escrito bajo el sinónimo
de John Flanders, brevísimo, que también juega con qué es cierto y qué no en
ambientes poco habituales para esta clase de trabajos.
- La casa del juez
(Bram Stoker, 1891): otro clásico que, visto con los ojos de hoy,
resulta predecible por cierto encanto que tenga.
- ¿Quién lo sabe?
(Guy de Maupassant, 1890): otro relato que juega con lo que es cierto y
lo que no con hechuras algo débiles.
- Willie el
Vagabundo (Walter Scott, 1824): trabajo que, en realidad, es
parte del texto de una novela, que también juega con lo real y lo sobrenatural.
- Ligeia (Edgar Allan Poe, 1838): otro clásico del género bastante conocido con aires
góticos notables y que, como Manuscrito encontrado en Zaragoza, podría
verse como una sátira de lo que expone.
- Un torbellino
(Ambrose Bierce, 1882): relato más conocido como Un terror sagrado,
que también oscila entre lo que es real y lo que es sobrenatural, con alguna
deriva de trama dura para la época y poco común entonces.
- El sueño de mi
primo Elof (Émile Erckmann y Alexandre Chatrian, 1859):
texto de fantasmas sin demasiado empaque.
- Casa en alquiler
(J. Sheridan Le Fanu, 1838): relato que genera sensaciones parecidas al
anterior pero, sin embargo, ofrece una narrativa más potente.
- La leyenda del
Valle Dormido (Washington Irving, 1820): relato mucho más
conocido como La leyenda de Sleepy Hollow o también La leyenda del
jinete sin cabeza, todo un clásico que creo escuela en la ficción
norteamericana y que se ofrece en la versión con acotación final.
- Los caballos de
la noche (Claude Seignolle, 1967): otro trabajo, y ya van unos
cuantos, con formas y atmósferas que retrotraen hasta épocas mucho más antiguas
de la narrativa de este subgénero.
- El amistoso
desconocido (R. Lionel Fanthorpe, 1963): escrito con el
seudónimo de Pel Torro, curiosidad que tal vez no sea de horror pero que maneja
muy bien la impostura, la imaginación y la identidad mediante los sucesos que
vive su protagonista.