-Más logrado en
lo que significa, en varios sentidos, que en lo que ofrece de manera directa.-
Lo que nos cuenta. El libro Riding the bullet: montado en la bala (publicación original: Riding the Bullet, 2000) nos presenta a Alan, un joven
estudiante universitario que recibe una llamada avisando de que su madre ha
sufrido un derrame. Alan decide viajar de inmediato los casi doscientos
kilómetros que lo separan del hospital en el que está ingresada, y para ello
hará autoestop. Uno de los conductores que lo recoge le hará vivir una
experiencia inesperada.
Mi opinión.
Trabajo en el que el horror de subgénero es lo de menos, si es que realmente lo
hay más allá de alguno de sus clichés, pero con un poso y un planteamiento
vital de cierta intensidad, escrito con la solvencia de quien ha escrito ya
muchísimo y con mucha solvencia, que termina apoyado en una relación madre-hijo
afectada (o más bien traída a lo concreto, a lo real, a lo auténtico) por un
evento sobrenatural que vive el hijo y que se muestra con un abanico de
sensaciones y sentimientos que son completados por la experiencia y actitud de
cada lector, sencillo, funcional y honroso (más que honroso, insisto, desde los
sentimientos que maneja en la parte final).
Destacado. La
historia en sí misma no es gran cosa pero sus implicaciones, vistas desde
cierta madurez, sí que son potentes.
Potenciales Evocados. Una versión retorcida, humana y planteada desde una
horrible dicotomía, de lo que pudo pensar en algún momento Ebenezer Scrooge,
más joven, idealista y “tonto”, mientras le pasaba lo que le pasó.