Género. Relatos.
Lo que nos cuenta. El libro La crema de la ciencia ficción (publicación original: Top Science Fiction 1, 1984), con el subtítulo Los mejores cuentos elegidos por sus autores, ofrece veinticuatro relatos de ciencia ficción recopilados
por Josh Pachter tras mandar una carta a más de cien escritores vivos (en su
tiempo) pidiéndoles el mejor relato que hubieran escrito (o su preferido o el
que sintiesen como más representativo) junto con una introducción escrita de su
puño y letra. No todos respondieron pero, con los que lo hicieron, publicó
esta antología que nos llevará a conocer, entre otros, un astronauta condenado
que graba un mensaje, una distopía en la que los sentimientos son usados de
forma muy diferente a la nuestra, un viaje a Venus muy particular, el
hundimiento del Titanic, un intento
de manipulación alienígena, una casa automática o un veterano conductor de
coches con una misión.
Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.
- Todas las lágrimas del mundo (Brian W. Aldiss, 1956):
dos cuentos en uno, ambos distopías, porque primero parece que va hacia un
destino y después nos encontramos con otro, curioso de leer por el trasfondo
intuido.
- La última pregunta (Isaac Asimov, 1956): uno de los
relatos relacionados con Multivac, diferentes momentos del futuro, algo de
física, ecos del Génesis y Asimov
gustándose (como casi siempre, ¿no?).
- Los hombres que asesinaron a Mahoma (Alfred Bester, 1958):
trabajo del que ya hablamos aquí, humor fino que desde una realidad cotidiana
nos lleva los viajes en el tiempo, con una explicación “fantástica” pero de una
potencia humanista enorme.
- Una pequeña amabilidad (Ben Bova, 1983): trabajo sobre
la influencia extraterrestre en nuestra sociedad (y economía, política, etc...) que puede hacer
pensar en lo que hacen algunas multinacionales en algunos países.
- Vendrán las lluvias suaves (Ray Bradbury, 1950): uno
de los relatos potentes de la antología, que como fue tan habitual con Bradbury
ofrece una cosa para hablar de otro asunto, sensible, simbólico y logrado.
- Los totalmente ricos (John Brunner, 1963): trabajo que
maneja uno de los conceptos recurrentes en la obra del autor (los manejos
secretos de los privilegiados, en distintos sentidos), que alarga un poco la
idea central y que, llegado un momento, podría forzar sentimientos.
- Combustión interna (L. Sprague De Camp, 1955): la
versión oscura de momentos de Herederos del perisferio, un relato incómodo
(virtud) y bastante distinto a la mayoría de la producción del autor.
- El saltarín (Terry Carr, 1962): aires de un Marciano vete a casa al revés y escrito por Bradbury pero con otro rumbo, con el nombre
del autor deletreado de forma incorrecta en todo momento en las correspondientes
páginas de la antología.
- El tránsito de la Tierra (Arthur C. Clarke, 1971):
otro de los relatos destacados, crepuscular desde la perspectiva de los
pioneros cuya gesta no sale bien, que llega a sonar a Bradbury (pero de forma
distinta al anterior).
- El naufragio (Jack Dann, 1981): ocio futurista
“pasado” que se retuerce para abordar ciertas facetas del género humano, pero
que no lo hace con especial agilidad.
- Por qué Johnny no puede acelerar (Alan Dean Foster,
1976): western de venganza sobre
ruedas, que usa unas formas y unas derivas de trama que han quedado un poco
atrás pero no así su fondo.
- Operación rescate (Harry Harrison, 1967): drama
trágico sobre el contacto extraterrestre y las telarañas de las mentes de
algunos terrestres, que transcurre en unos parajes que tardaron años en hacerse
habituales.
- Laberintos (Ursula K. Le Guin, 1975): relato que entra
en el grupo de los destacados en la antología, logrado en brevedad, estilo,
tema, excusa y en casi todo, de verdad. Léanlo si tienen la oportunidad.
- Una galaxia llamada Roma (Barry N. Malzberg, 1975): el
trabajo más “distinto” de la recopilación, del que ya hemos hablado aquí, que usó formas que ahora son muy
actuales en literatura de género pero no entonces porque era poco habitual ver trabajos que
mezclasen ciencia ficción, crónica, ciencia y biografía, pero con resultados
que no serán del gusto de todos.
- La nave que cantaba (Anne McCaffrey, 1961): relato que
dio origen a una línea narrativa de la autora, narrado con cariño y humanidad
cálida dentro de una trama de concepto "hipertecnológico" para su época, que pudo
ser el origen sensible de ideas de Justicia auxiliar.
- El merodeador verde (Larry Niven, 1980): relato que
también pertenece a una línea narrativa (La taberna de Draco), muy breve, que
propone que los extremófilos de un lugar pueden no serlo, en absoluto, en otro.
- Un día típico (Doris Piserchia, 1974): otro relato de
los destacados, que podría ser la versión sensible pero inmisericorde de algún
concepto visto en Axiomático, bastante rápido de leer y de interés.
- El día un millón (Frederik Pohl, 1970): Posthumanismo,
diletancia y cotidianidad del futuro narrada con un tonito irónico interesante.
- Juegos de Capricornio (Robert Silverberg, 1974): un
cumpleaños a lo Silverberg, lo que ya debe indicar al lector familiarizado con
el escritor que no será un cumpleaños normal, que propone varios tipos de
juegos a sus personajes y al lector mientras sugiere que, en el fondo, hay
cosas que no cambian nunca.
- El ingeniero y el verdugo (Brian Stableford, 1975):
otro de los relatos que son dos en uno porque tras lo que parece un ejercicio
de conciencia humana frente a una artificial, ofrece un cuento de
amenaza/oportunidad exobiológica.
- Biblioteca de películas (A. E. van Vogt, 1946):
trabajo que, a pesar del tiempo en el que fue escrito, no ha envejecido nada y
es muy actual por cómo cuenta una trama de realidades alternativas en
celuloide.
- El expreso cósmico (Jack Williamson, 1931): otro
relato de otra época y que, a diferencia del anterior, no ha conseguido que su
“viaje” espacial envejezca bien.
- Daisy al sol (Connie Willis, 1979): tratamiento muy
humano, en la extensión más surrealista, irreal e íntima de la palabra, frente
al fin del mundo.
- En el castillo del espejo (Gene Wolfe, 1980):
“distopía” (que no se me soliviante nadie, que está entrecomillado) extraña, de
esos relatos que son más el viaje que el destino.