-Novela apoyada en la historia, que no al revés.-
Género. Novela histórica.
Lo que nos cuenta. En el libro Trafalgar (publicación original: 2001) conocemos a Francisco de Faria, un joven extremeño de diecinueve años y familia con posibles, al que siempre ha gustado lo militar y que, tras un breve paso sin éxito por la Universidad de Salamanca, termina para su alegría en Real Escuela Militar de Badajoz donde las cosas le van mejor por su tesón y las donaciones de su padre. En cuanto termina, su padre lo envía Madrid para que su pariente, Don Manuel Godoy y Álvarez de Faria (a la postre jefe de gobierno de Carlos IV), lo introduzca en la corte y ayude a que prosiga su carrera militar en la España de 1804, inmersa en el devenir de las Guerras napoleónicas.
Mi opinión. Novela de título engañoso ya que la batalla propiamente dicha es algo así como la décima parte de sus páginas y, en realidad, se dedica más a las consecuencias (que no de la misma forma a los antecedentes) de la derrota y a la realidad sociopolítica que generó, con un protagonista que hace de guía involuntario del lector a través de su tiempo y de muchos de los personajes importantes del mismo (a los que el autor, en algunos casos, da un carácter un tanto particular) y que poco más puede hacer debido a su bidimensionalidad, que debe dar algo de entidad a ese guía y lo hace introduciendo peripecias y aventuras en su ficticia vida pero que, vaya casualidad, hacen que esté allí donde el escritor necesita que esté por forzado que resulte el camino, de buen ritmo, algo más contemporánea en las sensaciones que genera que decimonónica por completo y entretenida dentro de un orden, tanto más cuanto menos se conozcan los sucesos del periodo.
Destacado. El comienzo, totalmente inesperado y “novedoso” dentro de todo lo que llevo leído en el género…
Potenciales evocados. En la parte bélica, lejano a la dinámica bravura de Patrick O’Brian, pero con honra dentro de un orden; conceptos generales que pueden concordar hasta cierto punto con la conocida obra de Benito Pérez Galdos, pero desplegados de forma muy diferente y apelando a efectismos de toda clase, hasta los más carnales.