-Acercamientos al
tema de muchas maneras diferentes.-
Género. Relatos.
Lo que nos cuenta.
El libro Calabazas en el trastero: Libros malditos (publicación original:
2018), con Juan Ángel Laguna Edroso como editor, participante y cabeza de la
editorial Saco de Huesos, y con Juan Alcudia a cargo del prólogo, es una
antología de relatos sobre el concepto de libro maldito. En la mayoría de los casos,
las tramas no se centran en los libros sino que las obras son “excusas” para
distintos despliegues y los trabajos nos permitirán conocer, entre otros, una
librería con volúmenes muy particulares, la “autobiografía” ilustrada de
Satanás, las razones y consecuencias de la traducción de un libro muy conocido
dentro del ocultismo de ficción, un instrumento de magia precolombina, la clave
escondida en el Manuscrito Voynich, un libro que reescribirá el mundo o el uso
de un volumen sagrado como excusa para lo impío. Vigésimo sexto volumen de la veterana serie de antologías Calabazas en el trastero.
Mi opinión/Destacado/Potenciales
Evocados.
- Casa Contini
(Miguel Matesanz): exploración de un domicilio que afecta a su entorno y del
que nadie regresa una vez que ha entrado, con una atmósfera de amenaza
contenida muy lograda.
- Den eínai
nekrós (Javier S. Donate y Lisardo Suárez): ficción que mezcla el canto del
cisne del Imperio Bizantino con la traducción del árabe al griego del Necronomicón.
- Nana (Enrique Anaya): un padre viudo y su hija pequeña se ven afectados por la entrada en sus
vidas de un libro usado, exitoso al mostrarnos la compleja personalidad del
protagonista mediante sus decisiones técnicas.
- Los escritos
secretos (Milos de Azaola): con la excusa de la venta de libros que siguen cierto
canon, ejercicio breve y amable con aire a otros tiempos.
- Las páginas perdidas
(Esther Domínguez): gangas de segunda mano, crímenes en serie y acercamiento al
mito y leyendas que rodean a un personaje histórico.
- Entonces,
ocurrió (Andrés Díaz Sánchez): relato sobre la experiencia de lectura de un
volumen antiguo que afecta al lector, que trabaja en transmitir la inmersión de
la víctima en la obra.
- Oscuridad
(Víctor Villanueva Garrido): libre albedrío, maldad, vocación, creencias y
decisiones en un trabajo que mezcla lo íntimo con lo “efectista” a partes
iguales.
- Temporada de
lluvias (Abel Amutxategi): fe, castigo y manejo interesado de las creencias en
un relato tan sobrio como atractivo que juega con un trasfondo que puede ser
medieval y también postapocalíptico, según se quiera ver.
- Versículos de
sangre (Juan Ángel Laguna Edroso): agradable mezcla de lo que podría ser un “Fausto
a su pesar” con realidades infantiles/juveniles reconocibles, que prefiere
evitar lo obvio y los efectos para trabajar los sentimientos.
- Las páginas
perdidas (Xuan Folguera): asesinatos rituales en la España de la Restauración,
con aires a Sherlock Holmes pero más “relajados” y adaptados a la idiosincrasia
de aquellos tiempos.
- Memento mori
(Curro Esteves y Mercedes Manzano): otra de las tramas que aborda el tema desde
los efectos del libro y no de la obra en sí misma, que sin sorpresas nos hace
partícipes de la caída del protagonista hacia su destino.
- Quod Superest
Homini (Salomé Guadalupe Ingelmo): interesante trabajo, muy de actualidad a su
manera (sorprende la “visión” de la autora) por lo que muestra sin decir, basado
en atmósferas y “conceptos” oscuros y logrados.
- La historia de
mi vida (L.G. Morgan): destinos marcados, conocimiento de los hechos y
decisiones al respecto, pero sin sorpresas o nuevos caminos dentro del asunto.