-Para sectarios muy fans de la criatura, porque Ph’nglui
mglw’nafh Cthulhu R’lyeh wagh’nagl fhtagn.-
Género. Relatos.
Lo que nos cuenta. El libro La saga de Cthulhu (publicación original: The Cthulhu Cycle. Thirteen Tentacles of Terror, 1996) es una antología de relatos seleccionados por Robert M.
Price (quien también firma la introducción llena de arqueología literaria al
respecto y sitúa muy bien al lector en cada uno de los cuentos) por encargo de
Chaosium (ya se hacen una idea ustedes) y que para él pueden ser algunos de ellos las
semillas de la idea de H. P. Lovecraft respecto a Cthulhu, el relato La llamada de Cthulhu y las implicaciones del mismo en la cosmología creada por el autor, mientras
otros relatos podrían ser el desarrollo de la idea y alguno, incluso, su
continuación directa si ello fuera posible; curiosamente, bastantes de los
escritores que participan en la antología trabajaron el Pulp con asiduidad… Llamativo ¿no?
Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.
- Una tienda en Go-By Street (Lord Dunsany, 1919): influencia
directa sobre Lovecraft, contenido en su primera edición dentro de una interesante recopilación
como fue Cuentos de los tres hemisferios, que si bien no es obvio lo que
pudieron generar para La llamada de Cthulhu, aunque esté ahí, sí es evidente
lo que produjeron en otras partes de la producción de Lovecraft como las
oníricas y brujeriles.
- El conde Magnus (M. R. James, 1904): tal vez
influencia indirecta por estructuras narrativas, el concepto de los manuscritos
antiguos, el mal difuso y alguna que otra cosilla.
- La llamada de Cthulhu (H. P. Lovecraft, 1928): el
trabajo que genera la razón de ser de este libro, del que ya hemos hablado varias veces en este
blog, por ejemplo aquí.
- La isla negra (August Derleth, 1952): acercamiento a R’lyeh, actualizado para la época en que se escribió, usando el concepto de las pruebas en el Pacífico de armamento no convencional, lovecraftiano en lo general y sin sorpresas.
- Algunas notas relativas a una caja verde (Alan Dean Foster, 1971): homenaje a Lovecraft en cuanto a lo que cuenta y cómo lo cuenta,
un relato con una historia propia curiosísima respecto a su concepción y
publicación, de ritmo muy alto y rapidísimo de leer que, a su manera, podría
recordar a lo que trató de ofrecer El módem de Pickman.
- Aguardando pacientemente (C. J. Henderson, 1996): sin vergüenza,
reparos ni pudor y, por el contrario, con dignidad, nada más y nada menos que la
segunda parte de La llamada de Cthulhu siguiendo los eventos de su trama allí
donde se quedó y con Legrasse, de nuevo, tratando de resolver enigmas.
- El signo de Kutullu (David C. Smith, 1974): relato que
demuestra que todos los caminos arqueológicos llevan a Cthulhu, que siguiendo
esquemas lovecraftianos propone una crónica de sucesos pulp contenida.
- Recrudescencia (Leonard Carpenter, 1988): las cosillas
que pasaban en Innsmouth trasladadas a
la otra costa y más actualizadas, que toma las ideas de Lovecraft dándoles su propia personalidad en cierto modo y que, cosa muy rara, incluye un par de
dibujos.
- Rudo despertar (Will Murray, 1995): trabajo que,
inevitablemente, se ve venir desde muy lejos en cuanto a su rumbo final
general, que mezcla activismo por el medio ambiente, política y el fin del mundo.
- El ojo de Hlu-Hlu (Donald R. Burleson, 1993): otro
homenaje a tramas de Lovecraft, incluso localizaciones y derroteros, pero a su
manera totalmente aunque resulta inconfundible el motor narrativo que lo
inspira.
- Fuego negro (Will Murray, 1995): localización y
personajes poco comunes en los Mitos llevados de forma que entroncan muy
bien con ellos y con mitos culturales más generales, en un trabajo sin diálogos que
funciona bien.
- A la luz de la lámpara (Steven Paulsen, 1993):
recuerdo del Alhazred y su lamparita. pero actualizado y con mensaje de no
consumir drogas ni usar la lámpara. No lo hagan en casa, muchachos.
- Zombis de R’lyeh (Pierre Comtois, 1994): trabajo que
usa los recursos base de la antología de una forma muy personal, pero igualmente
reconocible y disfrutable, porque lo hace con buena pluma y permite que la trama
serie B tenga una técnica y unas atmósferas que respalden la propuesta,
mejorándola más allá de lo que cuenta.