-Agradable en general pero sin joyas de gran calibre.-
Lo que nos cuenta. El libro Ciencia ficción 12 (publicación original: 1974) es una antología de diez relatos publicados en The
Magazine of Fantasy and Science Fiction escogidos por, a priori y por más que
los lectores podamos no coincidir, estar interesados en trabajar la psicología
de la trama y los personajes, para llevarnos a la prehistoria, a un planeta
bajo cuarentena, a una distopía sociopolítica o a un par de futuros
posapocalípticos muy diferentes, entre otros lugares.
Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.
- Erase una vez un gigante (Keith Laumer, 1968): trabajo
sobre un mercenario que consigue llegar hasta un lugar protegido, con un
secundario mucho más sólido en todos los aspectos que su protagonista, texto
rápido de leer, que se podría ver como Pulp con algo de psicológico si se quisiera.
- Sacrificio humanoide (J. T. McIntosh, 1964): relato
que mezcla picaresca y la relación amor-odio entre sexos con, incluso, las I.A.
y los alienígenas (ahí es nada), pero que parece una opereta seria y poco más,
que se podría ver como el resultado del intento de Isaac Asimov de copiar su estilo a Jack Vance.
- Monedas (Leo P. Kelly, 1968): horror psicológico
(casi) en entornos posapocalípticos, que revisa los miedos del hombre al libre
albedrío y su consecuencias, que también podría recordar a ideas de Jack Vance en serio, muy en serio, sin chistes.
- Butterfly de quince años (Gilbert Thomas, 1968):
relato muy incómodo (para bien, porque es lo que buscaba el autor como efecto),
con formas algo anticuadas y un fondo que todavía hoy funciona a la
perfección, incómodo (insisto), interesante, breve y rápido de leer, además de
incómodo (repito), que me hace pensar en Joe Hill haciendo ciencia ficción
breve.
- El nuevo enciclopedista (Stephen Becker, 1964): breve
supuesta entrada de un libro de supuesta historia en un supuesto futuro, más
anecdótico que otra cosa, con humor teñido de una inocencia enorme en su
mismísima concepción.
- Libro de Elías (Edward Wellen, 1963): relato que juega
con los conceptos de los textos bíblicos apócrifos para aproximarse a las bases
fundamentales de la religión cristiana, pero con origen alienígena exótico y
variado, que no tarda mucho en afectar su propio interés a costa de la
repetición de la idea inicial en exceso.
- Sucedió en el subterráneo (Harry Harrison, 1964): trabajo que, además de psicológico en lo personal y laboral, pudo apuntar sin
querer las formas, estilos, localizaciones y sensaciones de lo que años después
se llamaría Splatterpunk, pero sin su truculencia y efectismos, rápido de leer
y que permite empatizar con alguno de los personajes bastante bien.
- Clama, esperanza; clama, furia (J. G. Ballard, 1967): ejercicio “ballardiano” breve, con esa dispersión difusa y deliciosa que el
autor tanto usaba (y que a muchos lectores tanto gustaba), agradable de leer y
que transcurre en uno de esos mundos futuros rotos y poéticamente extraños tan
típicos del escritor.
- El hombre mecánico (Ron Goulart, 1968): distopía
socipolítica con aires “dickianos” sin su empaque ni alcance, no demasiado
rápida de leer porque con sus decisiones narrativas a la hora de abordar la
trama potencia las sensaciones de agobio del entorno futurista que nos propone
el autor.
- El maestro de Altamira (Stephen Barr, 1964): reinterpretación
breve y potente, por encima de su sencillez técnica, del origen de las famosas
pinturas rupestres mediante la suposición de la psicología de nuestros
ancestros y cómo enfrentaban su entorno, escrito con la frialdad de Greg Egan pero,
también, con el alcance de Jorge Luis Borges (de verdad).