Lo que nos cuenta. El libro Post mortem (publicación original: Post Mortem. New Tales of Ghostly Horror, 1989) es una antología de relatos sobre fantasmas de diferente intensidad respecto al horror, desde nada hasta relativo según lectores, con selección a cargo de Paul F.
Olson y David B. Silva, responsables de la introducción “falso verité”, con
postfacio de Dean R. Koontz, que nos llevarán a conocer varias casas
inquietantes, una huella temporal, una fiesta extraña, una armería de Kyoto en
la época del shogunato y distintas clases de arrepentimiento, entre otros temas.
Mi opinión/Destacado/Potenciales
Evocados.
- Noche tras
noche, año tras año (Kathryn Ptacek): inicio potente que mezcla la figura del
cuidador y la del enfermo con los remordimientos, de trama y estilo envolvente,
interesante y muy basado en los sentimientos de los que puedan reconocer las
implicaciones de las escenas de una u otra forma.
- La marca del
perdedor (Gary Brandner): herramientas archiconocidas, decorado archiconocido,
premisas archiconocidas y sin sorpresas porque, adivinen, la trama es
archiconocida a su manera.
- Una pirueta
temporal (Charles de Lint): trabajo que casi (casi, ojo) parece más ciencia ficción que horror, que también apela a sentimientos pero quizá se quedé corto
o apele a unos muy generales por compartidos que puedan ser.
- Reasiento
(Steve Rasnic Tem y Melanie Tem): horror psicológico, disfuncionalidad familiar
y derivas “dispersas”.
- El servidor
(Janet Fox): rencor, deseo de venganza, “herramienta” para ello y coste por el
uso.
- Blanca (Thomas Tessier): horror kafkiano que recurre a una localización que han podido ser
muchas (y todavía, por desgracia, lo pueden ser algunas).
- Los Nueve
Desvanes (James Howard Kunstler): más irónico que de horror, de ritmo muy alto,
breve y funcional desde su curiosa propuesta.
- La última
canción del vaquero (Charles L. Grant): otro trabajo que recurre a
emocionalidad sentimental “compartida”, también breve.
- El anillo de la
verdad (Thomas F. Monteleone): síndrome de stress postraumático, maldad,
apariciones, venganza en un relato distinto a la mayoría de los ofrecidos en la
antología porque tiene tendencias más gore, sin serlo en realidad y solo de manera
conceptual.
- Los ojos del
fabricante de espadas (Gordon Linzner): relato que transcurre en un espacio y
tiempo muy distintos a todos los de la antología, exótico también pero que todo
ello no evita pensar en conceptos ya muy conocidos.
- La guía (Ramsey Campbell): homenaje a M. R. James, más atmosférico que concreto, lánguido pero
que funciona.
- De regreso (P.W. Sinclair): fantasmas, recuerdos, sensibilidad en una ambientación muy usada
en el subgénero.
- El
radiotransmisor (Donald R. Burleson): efectismos de otra época que tratan de
funcionar bien en una más actual, sin conseguirlo para este lector.
- Esta noche,
gran preestreno (William F. Nolan): otro de los relatos que se ven venir desde
el principio y con un recurso “circular” que, por ello, tal vez sea
innecesario.
- El roce de unas
alas suaves (Melissa Mia Hall): más sensibilidad pero con acercamiento
indirecto e implacable al horror.
- Hermanos (David B. Silva): otro de los argumentos que ya han sido muy usados pero con un
pequeño giro concreto que trata de hacerlo distinto, alargado y falto de
fuerza.
- El mundo
encantado (Robert R. McCammon): cierre muy diferente a lo presentado antes en
la antología, surrealismo de horror suave, planteamiento poco común y
llamativo.