jueves, 30 de marzo de 2017

MANHATTAN TRANSFER. John Dos Passos



-Adelantado a su tiempo entonces, todavía llamativo en estas épocas.- 

Portada del libro Manhattan Transfer, de John Dos Passos
Edición en español (1972)
Género. Novela.

Lo que nos cuenta. El libro Manhattan Transfer (publicación original: Manhattan Transfer, 1925) nos lleva a conocer la vida en Nueva York de un gran número de personajes a través de varias décadas, pero con la ciudad como protagonista,  y todos ellos ejemplos de las piezas individuales que hicieron de la ciudad y su sociedad lo que terminó siendo, en el sentido más positivo pero también en el más negativo.

Mi opinión. Novela construida por multitud de pequeñas historias, unas conectadas y otras no igual que los diversos personajes, con la ciudad de Nueva York como hilo conductor, viga maestra, plano principal, decorado y personaje incluso, de ritmo lento, que ofrece distintas formas de narrar en sus páginas, que sitúa al lector en tiempos mediante referencias de noticias de periódico y recursos por el estilo, que ofrece muchísimas clases de comportamientos humanos pero sin juzgarlos sino que, como una crónica, los ofrece al lector para que sea él quien los valore si lo desea, muy cuidada en todos los aspectos técnicos que, en varios casos, parecen más actuales que del primer cuarto del siglo XX, con una trama dispersa en lo particular pero muy centrada en lo antropológico y “psicourbanístico” (qué palabras me invento a veces) en lo general de su exposición, exigente para con el lector porque no le ofrece ninguna concesión, no especialmente rápida de leer pero sí de disfrutar si se busca literatura y no una trama con una historia ofrecida de manera convencional.

Destacado. A veces parece que el autor escribe para él y no para el lector, pero de todas formas consigue atrapar.


Potenciales Evocados. Las influencias aquí son múltiples, pero Dos Passos consigue darles a todas un tono propio y ofrecer lo que pudo haber sido la tan buscada (por ellos) “gran novela americana”; apostaría una Coca-cola light a que Raymond Carver disfrutó de esta novela y, a su manera, seguro que pensó en ella mientras escribía su Short Cuts. Vidas cruzadas.

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