miércoles, 8 de marzo de 2017

FANTASMAGORÍA. Varios autores

-Visiones del fantasma por parte de valores españoles en lucha por triunfar en el género.-
Portada del libro Fantasmagoria, de varios autores
Género. Relatos.

Lo que nos cuenta. El libro Fantasmagoría (publicación original: 2013) contiene quince relatos sobre distintas aproximaciones al horror mediante el concepto del fantasma, más una primera introducción de Javier Quevedo Puchal y una segunda de Dario Vílas, responsable también de la antología además de autor de un texto, y con otros catorce escritores más o menos conocidos por los aficionados al horror y lo fantástico en España, pero bastante activos en su mayoría.

Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.

    - El columpio (José Luis Cantos): personajes y entornos clásicos manejados con un estilo muy actual, atractivo y trabajado, que se acerca al tema de la antología desde las relaciones familiares y con resultados atractivos.

   - Aliud (Elena Montagud): trama no lineal al servicio de los cruces entre nuestro mundo y el de los fantasmas, interesante y agradable de leer.

  - Caramelitos de fresa (Ignacio Cid Hermoso): mezcla de horror fantasmal y ciencia ficción corporativa, que evita efectismos y ataca más a los sentimientos del lector.

   - Chamberí (Francisco Miguel Espinosa): trabajo clasicote en casi todos los aspectos y que transcurre en su mayoría en un lugar que un servidor estuvo a punto, muy a punto, de conocer mediante subterfugios y riesgos.

   - Desahucio (Darío Vilas): trabajo urbano y sucio que genera sensaciones distintas a las esperadas a tenor del tema de la antología, porque podría verse más demoniaco que otra cosa.

   - El más solitario de los números (Jesús Cañadas): ejercicio valiente porque hace intimismo con lo descarnado mediante un texto elaborado y curioso.

   - El recipiente (Miguel Aguerralde): de esos trabajos en los que destaca más el propio viaje que el destino, honroso y poco más.

   - Flores suicidas (Javier Cosnava): aproximación al fantasma de una forma distinta a las demás en la antología, que me recuerda en algunos momentos a ideas de El andén de nieve desde la perspectiva contraria

   - Incoloro (Javier Pellicer): España, Guerra civil, aparecidos y mensaje obvio en una trama con nervio y excelente ritmo que se va apagando según avanza.

   - Juego de niños (Iván Mourín): relato que recurre al giro final para ofrecer una trama de crueldad, casa tal vez embrujada y psicopatía infantil.

   - Lo que Swendenborg no dijo (Daniel P. Espinosa): trastornos mentales, existencialismo y horror en un relato bien trabajado e interesante.

    - Ludimila (Juan Ángel Laguna Edroso): en entornos rurales y con una trama que se puede ver venir en su destino, un relato entretenido y agradable de leer.

    - Ojos de muñeca (Javier Trescuadras): otro trabajo que se ve venir, pero es algo que no importa porque se disfruta su lectura gracias a la labor técnica del escritor.

   - Sabe nuestros nombres (David Marugán): relato un poco alargado para lo que en realidad cuenta, pero bien escrito, que me recordó lo que le sucedió a alguien que conozco cuando sirvió en el ejército en un cuartel de servicios caninos.

   - Una vieja canción de blues (Luisa Fernández): cierre interesante porque mezcla varias cosas, está bastante cuidado en cuanto a los detalles de su trasfondo y rompe con la tónica habitual de la antología.

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