-Excusa menor y resultados casi acordes.-
Edición en español (1996) |
Lo que nos cuenta. El libro El mito de Drácula (publicación original: The Ultimate Dracula, 1991), con introducción de Leonard Wolf y cierre del mismo
mediante un acercamiento a filmografía relativa al asunto, ofrece once relatos (escritos
todos para la presente antología salvo el primero, escrito por Rice en 1985)
que, con la excusa del 60 aniversario de la película de Todd Browning
Drácula, presentan diferentes (y muy irregulares) aproximaciones al concepto
del vampiro, desde su adaptación a la vida contemporánea o a su nueva condición
hasta entrar en un peculiar alumnado, pasando por situaciones vampíricas
domésticas o sectarias, actores que han interpretado el papel o el mito de Vlad
Tepes en relación a Drácula, por citar únicamente algunos ejemplos. Libro también conocido como Drácula insólito en otras ediciones.
Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.
- El dueño de Rampling Gate (Anne Rice): relato muy
logrado al evocar casi por completo lo que se estilaba en tiempos de lo gótico sobrenatural
(podría camuflarse perfectamente entre una antología gótica, de verdad), pero
sin mucho más que resaltar.
- Todos los hijos de Drácula (Dan Simmons): de los
destacados en la antología, con el gran oficio del autor demostrado una vez más
al mezclar asuntos muy diferentes para traer el mito a unas realidades (aunque
fantásticas) acordes con la historia, la política y la ciencia.
- Cuestión de estilo (Ron Dee): ejercicio entre el
chiste alargado y el concepto atractivo que no logra ser desarrollado, con un
protagonista realmente patoso y digno de que le suceda todo lo que le pasa.
- Proceso de selección (Ed Gorman): idea interesante y
bien manejada pero que termina ofreciendo una solución que no parece a la
altura de lo anteriormente mostrado.
- El vampiro en el armario (Heather Graham): revisión de
lo vampírico con tonitos algo anticuados y aportaciones ad hoc a su mitología pero, a la vez, una chistosa (pero contenida)
aproximación a varias situaciones sentimentales y de pareja.
- El décimo alumno (Steve Rasnic Tem y Melanie Tem): un
grupo de formación muy peculiar, un maestro sin contemplaciones y un estilo
brusco pero funcional para lo que trata de contar.
- Nadie es perfecto (Philip Jose Farmer): relato logrado
en cuanto al trasfondo, salpicado aquí y allá de la sexualidad de la que le
gustaba hacer gala al autor pero un final que no termina de estar a la altura.
- Drácula 1944 (Edward D. Hoch): aproximación (en varios
sentidos) del mito del vampiro a los campos de trabajo alemanes durante el Tercer Reich,
sin sorpresas ni chirridos.
- El contagio (Janet Asimov): el cuento con un trasfondo
más diferente al de todos los demás, con una autora cuyo apellido dará pistas
de muchas cosas y, por momentos, casi inocente dentro de lo difícil de
“comprar” que resulta la situación.
- Azúcar, especias y… (Karen Robards): mezcla de
vampirismo (tal vez real, tal vez no, así que tendrán que leerlo) y el
“síndrome del príncipe destronado”, narrado con pericia y generando sensaciones
muy acordes al tema y sus protagonistas.
- Sueños de vampiro (Dick Lochte): cine, intereses y un
vampiro legendario en la literatura se entremezclan en una narración de
tendencias noir.
- Mucho en juego (Kevin J. Anderson): interesante relato
que mezcla las adicciones y pasado difícil de un actor icónico en cuanto a
Drácula se refiere y la figura histórica de Vlad Tepes, usando una propuesta
valiente, bastante fantástica (¿o alucinógena?) y poco común, llena de
sensibilidad.
- El nombre del miedo (Lawrence Watt-Evans): trabajo que
también recurre a Vlad Tepes, pero con intención de dar una vuelta de
tuerca al mito de Drácula (y consiguiéndolo).
- La marea oscura (W. R. Philbrick): otro de los cuentos
con aires, atmósferas y estilos de otra época, exótico en su localización para
el tema, sin mucho más que lo destaque.
- Los niños de la noche (Tim Sullivan): uso de lo que
pasó en el ficticio rodaje de una igualmente ficticia película de terror para ofrecer un
trabajo de horror con misterio y dudas.
- Pequeña música nocturna (Mike Resnick): paralelismos
entre la explosión de bandas punk (y otros estilos, en realidad) a finales de
los setenta y las amenazas sobrenaturales, en un relato raro e irónico.
- El señor Lucrada (John Lutz): uno de los cuentos con
más potencia en lo que no dice, pero que entendemos con claridad al leerlo, sobrio,
incómodo y conseguido.
- Esperando la hora (John Gregory Betancourt): breve,
inquietante, que puede estar también fuera de esta recopilación por cómo se
aproxima al asunto, casi weird, casi
surrealista e interesante de leer.
- Criaturas
de la noche (Kristine Kathryn Rusch): cierre extraño que, aunque trata del tema
de la antología, prefiere situarnos en la perspectiva contraria y enfrentada,
conseguida en los sentimientos que genera y presenta en los personajes por lo
bien elaborados que resultan mediante sus actos o pensamientos.