miércoles, 14 de agosto de 2013

ENEMIGOS. UNA HISTORIA DEL FBI. Tim Weiner

-Principalmente, de su faceta en Inteligencia y Contrainteligencia.-

Portada del libro Enemigos. Una historia del FBI, de Tim Weiner
Edición en español (2012)
Género. Historia.

Lo que nos cuenta. El libro Enemigos. Una historia del FBI (publicación original: Enemies. A History of the FBI,  2012) es un repaso de la organización que cubre algo más de cien años, orientado sobre todo a su trabajo como agencia de información (con alguna concesión a labores policiales más convencionales cuando es pertinente para ilustrar algún aspecto importante de sus tareas de “espionaje”), que nos lleva desde la creación del Bureau of Investigation en 1908 y la posterior incorporación de Hoover a sus filas, hasta la creación del Federal Bureau of Investigation propiamente dicho en 1935 y su consolidación a lo largo de los años, llegando hasta finales de 2011.

Mi opinión. Interesante trabajo que nos lleva con buen ritmo y claridad durante casi tres cuartas partes del libro, con enorme protagonismo de J. Edgar Hoover por razones más que obvias, del que se presenta un retrato distinto al que, por lo general, se suele ofrecer y al que el autor trata con ambivalencia según periodos de su mandato (pero deja patente la importancia de su voluntad, idea y legado), con un texto plagado de atropellos, arbitrariedades y, directamente, ilegalidades con y sin el beneplácito (pero nunca con la oposición) de varios “líderes del mundo libre”, muy basado en fuentes, muchas y de diferente naturaleza, que explica bastante bien las raíces de los desencuentros entre FBI y CIA, más disperso aunque comprensible a la perfección a partir de la muerte de Hoover y más confuso (o más bien fragmentado) según nos acercamos a tiempos actuales.

Destacado. El FBI, a día de hoy y hasta donde tengo entendido, sigue careciendo de estatutos legales redactados por el Congreso.

Potenciales evocados. Por paralelismo obvio, menos morbosamente atractivo y quizás más embrollado que Legado de cenizas; el último cuarto del libro hace pensar, y mucho, en La torre elevada.

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