-Extremo en sus valores, de lo muy notable a lo
intrascedente.-
Edición en español (2009) |
Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.
- La foto de la clase de este año (Dan Simmons, 1992):
inicio potente, de lo más destacado de la antología, porque juega con lo
habitual del apocalipsis zombi pero, en realidad, muestra una trama sensible
y llena de esperanza.
- Planes de emergencia zombie (Kelly Link, 2005): relato
muy Link (aunque controlado y sin derivas surrealistas), de humor ni excesivo ni
fantástico, pero cuya presencia en la antología es discutible porque se
aproxima al tema de forma, como mínimo, marginal.
- Muerte y sufragio (Dale Bailey, 2002): fábula de
claros tintes políticos, desgraciadamente actual porque todos los días,
parecería, sucede algo horrible como lo que los zombis quieren denunciar, tanto
como el propio relato (diría yo).
- Flores (David J. Schow, 1989): breve, anecdótico casi,
que pasa de lo sensible y femenino a lo horrible y sangriento.
- El tercer cadáver (Nina Kiriki Hoffman, 1993):
pulsiones, crímenes, maldiciones, trama alargada y la sensación de que se
mezclan cosas en el argumento que no encajan con naturalidad.
- Los muertos (Michael Swanwick, 1996): relato que se
construye desde lo indirecto, algo alargado en mi opinión, tal vez la versión
más tranquila (pero incluso más malévola) de Land of the Dead.
- El niño muerto (Darrel Schweitzer, 2002): un trabajo
que destila Stephen King por los cuatro costados, pero con un tono diferente, rápido
de leer, incómodo para bien, con fondo más exitoso para los jóvenes que para
los adultos.
- El zombie de Malthusian (Jeffrey Ford, 2000): relato
que generará sensaciones encontradas porque combina un estilo interesante con
una deriva de dudosa funcionalidad, pero interesante de todas formas (aunque menos de lo que debería).
- Cosas bellas (Susan Palwick, 2004): trabajo lánguido,
suave, otro de los que busca respuestas a la aplicación potencial de los zombis
en nuestra sociedad y con cierta profundidad en su fondo.
- El síndrome de Estocolmo (David Tallerman, 2007):
relato que recurre a situaciones y conceptos habituales en el apocalipsis zombi, pero, en lugar de quedarse simplemente ahí, ofrece una trama intimista que
funciona.
- Bobby Conroy regresa de entre los muertos (Joe Hill,
2005): trabajo que se incluyó aquí, surrealismo amable, homenaje a Romero,
amor, amistad y una trama cálida.
- Los que buscan el perdón (Laurell K. Hamilton, 2006):
relato que supuso el primer texto de la que luego sería la famosa Anita Blake y
su saga fantástica, sencillo, sin mucho de lo que presumir excepto lo citado
con anterioridad.
- Hermosa como la noche (Norman Partridge, 1992):
escenario y concepto del apocalipsis zombi novedoso para mí por cómo, dónde y con quién se
desarrolla, pero por lo demás normalito y sin sorpresas.
- La pradera (Brian Evenson, 1997): corto, tenso, con
aires a Cormac McCarthy, sin época, atractivo, repulsivo, fascinante para mí.
- Todo es mejor con los zombies (Hannah Wolf Bowen,
2006): relato que recuerda al estilo de Kelly Link controlado, sin nervio
ni atractivo especial.
- Parto en casa (Stephen King, 1993): trabajo que
demuestra el buen hacer, sin maravillas de ninguna clase, de King porque en un
trasfondo mil veces visto en el tema Z consigue ofrecer una situación y un
punto de vista poco o nada trillados por lo que yo sé.
- Las chispas ascienden hacia el cielo
(Lisa Morton, 2005): con la excusa de los zombis, propuesta obvia (mucho) de
reflexión sobre un tema candente en muchas sociedades.
- Hombre de burdel (George R. R. Martin, 1976): trabajo
de éxito literario por lo bien escrito que está, aunque alargado, pero que no
se centra en el tema de la antología y, por el contrario, es poco más que una
excusa para ofrecer el retrato íntimo de una persona con carencias importantes.
- El camino del muerto (Joe Lansdale, 2007): relato
western que bordea el Pulp weird y que fuerza su inclusión en la antología por
el tipo de antagonista tan especialito que maneja, de buen ritmo, compacto y sin alardes.
- El muchacho con cara de calavera (David Barr Kirtley,
2002): darwinismo y selección social artificial con la excusa del apocalipsis
zombi, que amenaza derroteros de humor Z , pero nos congela cualquier atisbo de
sonrisa.
- La era de la aflicción (Nancy Kilpatrick, 2007):
versión femenina íntima del apocalipsis zombi, que por momentos podría recordar
a las atmósferas de En los férreos años.
- Amanecer amargo (Neil Gaiman, 2003): relato disperso
en forma y fondo, algo que quizá le haga bien a lo que cuenta en opinión de su
autor (aunque yo piense lo contrario), con
sensaciones folk sobrenaturales y al que le falta algo para funcionar bien.
- Con las tetas a la tumba (Catherine Cheek, 2008):
trabajo que oscila entre lo superficial y lo íntimo de una manera extraña para
mí, rápido de leer.
- Tan muertos como yo (Adam-Troy Castro, 2000): monólogo
interior que, a la vez que desarrolla un argumento, muestra el daño que la mente y
la conciencia de los supervivientes pueden llegar a sufrir.
- Zora y la zombie (Andy Duncan, 2004): zombis, vudú y
aires de otras épocas por más que sea una obra bastante actual.
- Calcuta, el señor de los nervios (Poppy Z. Brite,
1992): monologo denso ( aunque no cargante por completo), exótico en la ambientación
y no en el resultado global.
- Seguidos (Will McIntosh, 2007): una
de las aproximaciones al asunto Z más originales de la antología por cómo
decide orientarla, de ritmo suave, sentimientos abundantes y muy agradable de
leer desde “lo kármico”.
- La música del zombie (Harlan Ellison y Robert Silverberg, 1970): un tipo de zombi más “tecnológico” de lo habitual en la
antología (aunque haya otros casos), interesante, anticuado en varios aspectos
y menos potente que la media de los trabajos que solía aportar la curiosa
pareja de autores.
- La representación de la pasión (Nancy Holder, 1992):
relato cruel en muchos sentidos, posicionado con claridad y precisión incluso
respecto al tema religioso, algo efectista.
- Casi el último relato de casi el último hombre (Scott Edelman, 2007): trabajo llamativo por cómo está narrado, mezclando la
perspectiva propia con lo aparentemente ajeno, curioso y atractivo.
- Así declina el día (John Langan, 2008): apocalipsis Z
que simula ser un guion (y una representación) teatral, que aborda la visión de
los vivos y de los muertos, elaborado e interesante.