viernes, 20 de octubre de 2017

FRANKENSTEIN. Varios autores

-Reinterpretación libre de la criatura y los conceptos que la rodean.-

Género. Relatos.
Portada del libro Frankenstein, de varios autores
Lo que nos cuenta. El libro Frankenstein (publicación original: 2008), con Fernando Marías como editor (edición muy cuidada, enhorabuena, como el resto de la serie TM) responsable de la antología (que como la del hombre lobo y la de Drácula se engloban en la serie Ternura para los monstruos), siete relatos (y una ilustración a doble página a cargo de Santiago Sequeiros) que se acercan, de maneras muy distintas, hasta conceptuales en algún caso e incluso tangenciales, al monstruo que imaginó Shelley, a su entorno y circunstancias, y no al doctor que lo creó en su laboratorio, por mucho que el apellido suela llamar a engaño de forma habitual y sea un error de la cultura popular. Es llamativo que los relatos se presenten con mucho sentido temporal respecto al orden de los acontecimientos relativos al doctor y su criatura.

Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.

    - La vida era amor (Ángeles Caso): acercamiento a la autora del original y cómo, desde la ficción, sus vivencias pudieron crear al monstruo, escrito con cuidado y muy agradable de leer.

    - El lago (Espido Freire): homenaje sensible a la niña sin nombre que el monstruo arrojó a un lago como ella arrojaba los pétalos de una flor, pero también a su madre y a la relación con la niña, el doctor y su criatura, también cuidado, suave y con potencia.

    - La mirada del deseo (Paula Izquierdo): el capitán del barco en el que muere el doctor, mientras navega entre los hielos, y que antes había escuchado la versión de Frankenstein respecto a lo sucedido, ahora escucha la del monstruo antes de saltar del navío, una trama psicosexual sociofamiliar que explica mejor, con ficción, los desencuentros entre criatura y creador.

   - Segunda resurrección (Lola Beccaria): la criatura, tras saltar del barco, toma la palabra para contarnos cómo volvió a la civilización, mejoró su aspecto con los avances de la ciencia y ocupó el lugar de su creador, en una trama que nos muestra que lo monstruoso y la fealdad son conceptos que no necesariamente se basan en lo estético.

    - En el nombre del hijo (Irene Gracia): otra versión de lo sucedido tras la muerte del doctor en el barco, en la que la criatura decide tener éxito allí donde fracasó su “padre” y rescata su cuerpo para devolverlo a la vida sin que produzca miedo y rechazo, pero el relato juega con la historia que se repite y con los roles que se mantienen de una forma muy inteligente.

   - La desaparición (Pilar Adón): trabajo distinto al resto de la antología por aproximarse al tema de forma indirecta, a través del monstruo que nos acecha a todos, pero centrado en el de una pintora, que juega demasiado con lo que es cierto y no lo es a los ojos de la protagonista aunque también, y quizá por desgracia, a los del lector.

    - La mansión del páramo (Lourdes Ventura): homenaje a la criatura (un poco) y a la literatura de horror de finales del XIX y comienzos del XX (mucho, pero mucho), en la que se supone que el monstruo llegó a Inglaterra y dejó volar su lujuria (o no lo hizo en realidad, quién sabe, al estilo de muchos trabajos de M. R. James).

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