sábado, 12 de mayo de 2018

POST MORTEM. Varios autores

-Apela a muchos de los referentes generales mayoritarios del asunto central.-
Portada del libro Post mortem
Edición en español (1990)

Género. Relatos.

Lo que nos cuenta. El libro Post mortem (publicación original: Post Mortem. New Tales of Ghostly Horror, 1989) es una antología de relatos sobre fantasmas con diferente orden de intensidad respecto al horror, desde nada hasta relativo según lectores, con selección a cargo de Paul F. Olson y David B. Silva, responsables de la introducción “falso verité”, y con posfacio de Dean R. Koontz, que nos llevarán a conocer varias casas inquietantes, una huella temporal, una fiesta extraña, una armería de Kyoto en la época del shogunato y distintas clases de arrepentimiento, entre otros temas.

Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.

   - Noche tras noche, año tras año (Kathryn Ptacek): inicio potente que mezcla la figura del cuidador y la del enfermo con los remordimientos, de trama y estilo envolventes, interesante y muy basado en los sentimientos de los que puedan reconocer las implicaciones de las escenas de una u otra forma.

   - La marca del perdedor (Gary Brandner): herramientas archiconocidas, decorado archiconocido, premisas archiconocidas y sin sorpresas porque, adivinen, la trama es archiconocida a su manera.

  - Una pirueta temporal (Charles de Lint): trabajo que casi (casi, ojo) parece más ciencia ficción que horror, que también apela a sentimientos, pero quizá se quedé corto o apele a unos muy generales (por compartidos que puedan ser).

   - Reasiento (Steve Rasnic Tem y Melanie Tem): horror psicológico, disfuncionalidad familiar y derivas “dispersas”.

   - El servidor (Janet Fox): rencor, deseo de venganza, “herramienta” para ello y coste por el uso.

   - Blanca (Thomas Tessier): horror kafkiano que recurre a una localización que han podido ser muchas (y todavía, por desgracia, lo pueden ser algunas).

   - Los Nueve Desvanes (James Howard Kunstler): más irónico que de horror, ritmo muy alto, breve y funcional desde su curiosa propuesta.

  - La última canción del vaquero (Charles L. Grant): otro trabajo que recurre a emocionalidad sentimental “compartida”, también breve.

  - El anillo de la verdad (Thomas F. Monteleone): síndrome de estrés postraumático, maldad, apariciones y venganza en un relato distinto a la mayoría de los ofrecidos en la antología porque tiene tendencias más gore, sin serlo en realidad y solo de manera conceptual.

   - Los ojos del fabricante de espadas (Gordon Linzner): relato que transcurre en un espacio y tiempo muy distintos a todos los de la antología, exótico también, pero que todo ello no evita pensar en conceptos ya muy conocidos.

   - La guía (Ramsey Campbell): homenaje a M. R. James, más atmosférico que concreto, lánguido, pero que funciona.

   - De regreso (P. W. Sinclair): fantasmas, recuerdos, sensibilidad en una ambientación muy usada en el (sub)género.

   - El radiotransmisor (Donald R. Burleson): efectismos de otra época que tratan de funcionar bien en una más actual, sin conseguirlo para este lector.

   - Esta noche, gran preestreno (William F. Nolan): otro de los relatos que se ven venir desde el principio y con un recurso “circular” que, por ello, tal vez sea innecesario.

  - El roce de unas alas suaves (Melissa Mia Hall): más sensibilidad, pero con acercamiento indirecto e implacable al horror.

   - Hermanos (David B. Silva): otro de los argumentos que ya han sido muy usados, pero con un pequeño giro concreto que trata de hacerlo distinto, alargado y falto de fuerza.

  - El mundo encantado (Robert R. McCammon): cierre muy diferente a lo presentado antes en la antología, surrealismo de horror suave, planteamiento poco común y llamativo.

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