miércoles, 16 de enero de 2019

EXTRAÑOS EONES. Emilio Bueso



-Fortalezas y debilidades van tomadas de la cintura y muy juntas.-


Lo que nos cuenta. El libro Extraños eones (publicación original: 2014) nos presenta a un grupo de niños y jóvenes que se buscan la vida en las calles de El Cairo, cada uno a su manera, pero que conviven al llegar la noche en un mausoleo abandonado del gigantesco y antiguo cementerio de la ciudad. Cuando alguien irrumpe en el panteón frente a su residencia, las cosas cambian en sus vidas y la amenaza llega hasta ellos, pero también hasta el propio mundo.

Mi opinión. Novela de alto ritmo, localizada hasta lo “pegajoso” (para bien), mucho más potente en el horror de lo “costumbrista” de su trama, sobre todo en la parte de la cotidianidad de los protagonistas, que en cuanto al relativo a la cosmología de Lovecraft, que arroja a la cara del lector una trama sucia, “realista” e incómoda a veces.

Pero lo que más llama la atención es la “voz” con la que está narrada. Porque no hay la menor duda de su fuerza, su capacidad para lanzar misiles teledirigidos hacia nuestra vida cómoda en occidente y nuestra visión social del mundo, además de su habilidad para corromper la sintaxis hasta lograr lo que quiere el autor. Pero tampoco hay duda, o al menos no la hay para este lector, de que la “voz” desafina en ciertos momentos al intentar “rizar el rizo rizado” estilístico o, por citar otra situación de varias, cuando quiere tomar el control de la trama y hasta quiere hacerse con el protagonismo de la misma, incluso dar “discursos”, olvidando que lo único que tenía que hacer era marcar el tono, uno muy interesante en la mayoría de las ocasiones, de la novela.

Destacado. Siempre me pasa lo mismo con Bueso: siempre quiero saber más sobre lo que sucede y, estoy seguro, eso se debe a sus habilidades como narrador.

Potenciales Evocados. Si a Warren Ellis le hubieran pedido que homenajease, a la vez, a Lovecraft y a Dickens pero actualizándolos un poco, quizá hubiera escrito algo así (salvando ciertas distancias) pero con cierto desapego y más “autocontrol”.

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