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lunes, 4 de julio de 2016

HORIZONTES LEJANOS. Varios autores

-Gran idea de partida, resultados discutibles.-

Portada del libro Horizontes lejanos, de varios autores
Edición en español (2000)
Género. Relatos.

Lo que nos cuenta. El libro Horizontes lejanos (publicación original: Far Horizons, 1999) ofrece once relatos y/o novelas cortas, escritos para esta antología coordinada por Robert Silverberg (quien también participa con un texto), que retoman sagas o líneas narrativas bastante conocidas en la ciencia ficción de la mano de sus respectivos autores para ofrecer visiones de aspectos no tratados en las mismas o para añadir algo más a eventos o personajes ya conocidos en sus páginas (incluye una breve introducción al “universo” al que pertenecen cada una), lo que supone un concepto de partida más que interesante, pero que después resulta ser algo irregular y no por completo cercano a las expectativas generadas desde lo global (dejando  de lado el conflicto entre conceptos de traducción correspondientes a ciertas líneas narrativas traducidas durante varios años, que era todo un desafío) aunque con momentos más que bienvenidos en lo particular.

Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados

   - Vieja música y las mujeres esclavas (Ursula K. Le Guin): relato perteneciente a la línea narrativa del Ecumen (o Ekumen, según traducciones) a la que pertenecen varios de los libros más conocidos de la autora, que en esta ocasión nos pone en la piel de un embajador con responsabilidades de inteligencia en un planeta en el que la esclavitud era la norma hasta la revolución de los sometidos, muy agradable de leer con independencia de que se conozca la línea narrativa o no, triste, tenso, emotivo y entre los más logrados de la recopilación.

   - Una guerra separada (Joe Haldeman): relato perteneciente a la línea narrativa  La guerra interminable, que nos cuenta qué pasó cuando Marygay Potter va a una misión que la separará de Mandela para siempre por las implicaciones de los tiempos reales y relativos del Salto colapsar, menor en alcance, de poco fuelle y al borde del simple relleno, llamémoslo entremés, por desgracia y por agradable de leer que pueda ser (o no) para los más amantes de La guerra interminable.

   - Consejera de inversiones (Orson Scott Card): relato perteneciente a la saga de Ender, entre El juego de Ender y La voz de los muertos,  que explica un par de cosas que se dan por entendidas al comienzo del segundo, con un tonito de humor blanco burocrático no muy habitual en el autor, entretenido hasta cierto punto, pero sin verdadero empaque en la saga y discutible en lo estilístico.

   -Tentación (David Brin): relato perteneciente a la saga La elevación de los pupilos, que nos lleva de vuelta al planeta Jijo de Arrecife brillante y La costa del infinito, formal y muy entroncado en lo narrativo con esos dos libros (podría introducirse en sus páginas sin desentone lo más mínimo, pero no se disfruta ni entiende si no se han leído los mismos) y agradable, dentro de la serie, sin más.

   - Conocer al dragón (Robert Silverberg): relato perteneciente a Roma Eterna, muy del tono de la misma, más aclaratorio sobre la línea de tiempo ucrónico (que a veces parece la misma que la nuestra, pero con caligae) mediante detalles de trasfondo que con una trama solida y , por decir algo, curioso dentro de la serie.

   - Huérfanos de la Hélice (Dan Simmons): relato perteneciente a la línea narrativa de Los cantos de Hyperion y situado después del último libro del Ciclo del Ascenso, El ascenso de Endymion, entre lo más destacado de esta antología porque aporta algo a la serie y además tiene algo que contar como relato propio, agradable de leer, entretenido y recomendable por más “simple” que sea.

   - Perros durmientes (Nancy Kress): relato perteneciente a la saga de Los insomnes, que debo contarles, queridos lectores, que no me he leído entera (todavía, pero hay tiempo, espero) ya que fueron editados en la época en la que mi volcado en la ciencia ficción ya no era estricto en absoluto, hace muchos años, y los libros nunca estaban disponibles en las bibliotecas que frecuentaba ya cada vez menos (desde aquí un saludo a los bibliotecarios; gracias por todo); toda esta parrafada se debe a que no puedo valorarlo como parte de un todo, así que en lo individual es un relato sencillo que trata de ingeniería genética aplicada a mascotas para obtener los resultados que dio en el ser humano (los buenos y los malos, propios y ajenos), pero sin terminar de convencer.

   - El muchacho que viviría para siempre (Frederik Pohl): relato perteneciente a la saga de los Heechees, una serie que siempre digo que no está a la altura de su primer libro, Pórtico (una enorme novela que, además, resulta ser ciencia ficción), de trama innecesaria y que no aporta nada a la serie, al borde de lo banal y que sigue la tónica de no estar a la altura, por desgracia.

   - Hambre de infinito (Gregory Benford): relato perteneciente a la serie del centro galáctico, muy ceñida a los planteamientos de la misma y muchas de sus formas, pero que no aporta nada en realidad ni como parte de un todo ni como relato individual, más allá de entretener a los más próximos a la propuesta entre lo Hard y lo filosófico del autor (y puede, incluso, que no a todos ellos).

   - La nave que regresó (Anne McCaffrey): relato perteneciente a la línea narrativa de La Nave Que Cantó (o que Cantaba, según traducciones) y muy, pero que muy próximo al cuento original que dio origen a la serie, sencillo y sin sorpresas (o, más bien, digamos que se ven venir las poquitas que hay) para volver a contarnos las necesidades de la inteligencia que maneja una nave y que alguna vez fue (¿o lo sigue siendo en realidad?) una persona.

   - La vía de todos los fantasmas (Greg Bear): relato perteneciente a la saga de La Vía o trilogía Thistledown (que en español fue traducida por diferentes personas descoordinadas creando un caos de conceptos considerable, quedan avisados) que trae de vuelta a Olmy Ap Sennen, que supone otro ejemplo de mezcla de Hard y trascendencia difícil de disfrutar en su totalidad sin conocer la saga (e incluso conociéndola, tal vez), que genera sensaciones muy encontradas, dispares y no siempre satisfactorias.