Género. Ciencia ficción.
Lo que nos cuenta. En el libro Mecanoscrito del segundo origen (publicación original: Mecanoscrit del segon origen, 1974) y cerca de una pequeña localidad catalana, Alba, una jovencita de catorce años,
se sumerge en las aguas de una alberca para rescatar a Dídac, un muchacho
mulato de siete años al que otros niños arrojan allí mientras lo golpean.
Cuando ambos consiguen salir del agua, descubren que algo ha terminado con la
vida de todos los mamíferos, incluyendo los seres humanos, mientras unas
extrañas naves sobrevuelan los cielos. La joven y el niño tendrán que aprender
a subsistir en un mundo en el que parecen ser los únicos supervivientes.
Mi opinión. Posapocalipsis con tendencia a lo suave,
incluyendo el propio ritmo, que no a lo incruento, “realista”
si me permiten el término, sensible, acertado en su forma de acercar a los
personajes hasta el lector de forma que se los comprende a la perfección (aunque
por momentos parecen estar fuera del propio entorno), un poco ingenuo en
ocasiones, pero adaptado al tono y atmósferas de la novela, con un final
que cambia el registro y otorga mayor potencia a todo lo narrado con anterioridad, competente en lo técnico por el enorme trabajo que hace el autor para mezclar sensaciones y
herramientas de forma que parece todo casual (pero que no lo es en
absoluto), irregular, interesante y con nombre propio dentro de la historia del (sub)género desde la perspectiva iberoamericana.
Destacado. Si Pedrolo la hubiera escrito unos años
después, si hubiese sido inglés o norteamericano, y si hubiera puesto algo más de
truculencia en lugar de sensibilidad realista, ríase usted de los fenómenos de Rowling,
Suzanne Collins y Stephenie Meyer, solo por citar algunos ejemplos.
Potenciales Evocados. Desde ópticas Young Adult trabajadas (no casuales), un
cruce entre La carretera sin su terrible dureza y La tierra permanece sin
la sensación de salir ileso en cualquier situación, con toques de El lago azul y una
pizquita de ambientes de La gran distorsión.