-Antología de relatos de terror basada en los trabajos
presentados para un concurso.-
Género. Relatos.
Lo que nos cuenta. El libro Dejen morir antes de entrar (publicación original: 2014) ofrece treinta y tres relatos de horror y terror en formas muy diferentes (veintisiete de ellos seleccionados para la tercera edición del concurso de relatos de la Web del Terror, con lugares cerrados como hilo conductor e inspiración del certamen, que en las bases no permitió lo Z, curiosa y acertadamente en mi opinión, más otros seis como ganadores de las dos ediciones anteriores), de variadísimas temáticas, potencias, subgéneros, ejecuciones, tramas y resultados.
Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.
- El aullido del viento (Jordi Noguera de Gea): uno de los
ganadores (el ganador absoluto en concreto) de esta última edición del certamen
y ciertamente uno de los relatos más logrados de la antología, por más que no
termine de ser redondo, una revisión fantástica de algún concepto de No tengo boca y he de gritar de Harlan Ellison en versión doméstica y familiar, donde dudamos qué es
cierto y qué no lo es.
- Dejen morir antes de entrar (Tomás Rubio Pérez): acción casi
pulp y ecos lovecraftianos (en
concreto próximos a los desarrollos más cuarteleros de La sombra sobre
Insmouth), pero en ambientes de El descenso y en entornos soviéticos al final de la Guerra fría.
- Se arrastran en la oscuridad (Juan José Díaz Téllez): otro
de los ganadores (el tercer clasificado en concreto) que ofrece un relato en
cinco partes, de planteamiento y concepto interesantes y ejecución irregular, pero
atractiva, que partiendo de una situación noir
nos lleva hacia algo claramente sobrenatural.
- Difícil elección (Carlos J. Lluch): horror psicológico por
más que haya una presencia real que lo provoca, que trabaja bien lo que se le
pasa por la cabeza al protagonista, como el Robert Neville de Soy leyenda, pero en Vanishing on 7th street.
- Escoria (Rubén Ibáñez González): el último de los ganadores
de la convocatoria (el segundo clasificado, en concreto), un Oz de HBO, pero
medieval con brujería, muy logrado en las atmósferas que presenta y en las
sensaciones que genera en el lector, muy competente en lo técnico y falto de
algo de chispa para pasar de lo destacado a lo sobresaliente.
- Partes de mí (Oscar Navas Carballo): venganza familiar en
entornos Hotel Hanoi y en ambientes Sorgo rojo, pero algo más actuales,
efectista, honrosa, sin buenos y malos (o más bien con distintas gamas de
culpabilidad).
- Lunática (Miguel Ángel Chamizo Jodar): desarrollos parecidos
a lo Z, pero por razones diferentes y con resultados distintos, con algo del Hard Time de Hellblazer en localizaciones de Gothica con mucha acción,
alucinaciones y hemoglobina.
- La niñera (Javier Rodríguez Blanco): thriller de horror con
espacio para lo sobrenatural, pero también lo emotivo, sencillo, sin alardes y que camina
senderos muy conocidos.
- Cámara frigorífica (Julián Sánchez Caramazana): negocio de
e-commerce que ha encontrado un nicho muy especial, gore físico, sexual y
psicológico, formas simples y muchas referencias que dicen más del autor que
del propio relato y sus circunstancias (¿o tal vez no…?)
- Mad Men (Francis Novoa): el único relato en presente de
indicativo y en primera persona de toda la antología, con humor negro y situaciones
actuales retorcidas con terror e ironía.
- Castigo (Marta Junquera): rápido, directo, simple y
funcional, un poco liviano, que puede recordar a La trituradora de Stephen King en versión frustración familiar sobrenatural.
- Soy lo que soy (José Antonio Reyero Chamizo): el único
relato que transcurre, aunque sea de manera breve, en tres tiempos y lugares muy
distintos, algo forzado en cuanto a desarrollos de su trama, un Kid en tres
personajes, en ambientes de El vertedero de basuras de Joe R. Lansdale e intenciones de El expreso de Belsen de Fritz Leiber.
- Cesspool people (Javier Fernández Bilbao): el único relato
de la antología que es narrado en dos planos diferentes, casi tres, muy
efectista y que podría recordar a una versión gore (más) de conceptos de El mejor cuento de terror de Joe Hill.
- Padre nuestro (Manuel Sánchez Ramos): directo, con acción,
que podría recordar a una versión sectaria, demoniaca y desde el lumpen español de la segunda parte
del metraje de Abierto hasta el amanecer.
- Fuera de servicio (Yolanda Camacho Sánchez): horror
psicológico a través de la amenaza de lo irreal o lo intuido que no se quiere
racionalizar.
- La casa de los espíritus (Tony Jiménez Martín): vuelta de
tuerca interesante en lo enrevesadamente maligno de la idea de fondo del relato,
original a mi modo de ver, que se lastra por su propia ejecución, pero que es
agradable de leer.
- La salida (Tamara López Ruiz): grupo de jóvenes, cabaña en
la nieve, asesino, etc… que con rapidez nos recuerdan a muchos otros trabajos
al respecto por más que el giro final trate de hacer que este relato, corto y
rápido de leer, se diferencie.
- Retorno a Crossfaith Manor (Cristina González Béjar): homenaje directo e indirecto a Lovecraft, por más que transcurra al otro lado
del océano, rápido de leer y sin sorpresas si se conoce un poco el trabajo del
de Providence.
- Palomitas de maíz (Guadalupe Eichelbaum): trabajo distinto
al resto de la recopilación por navegar al borde de lo surrealista, sin entrar
en el concepto, con resultados extraños.
- No antes (Javier Trescuadras): escrito de manera muy competente (mucho), pero frío (mucho también), nos habla de una maldición (o bendición a la que
acompañan consecuencias, según se vea) gitana en la que se pueden ver momentos
que pueden recordar a Basket Case sin humor.
- Audiencia (Rakel Ugarriza Lacalle): Reality Show directo al
hígado, sencillo, resultón y con una idea de fondo y alguna frase, no todo
el relato, que podrían recordarnos algún momento de la producción de Santiago Eximeno.
- La jauría acosada (Beatriz Troitiño Sánchez): ambientación
oriental innecesaria (o necesaria solo de manera muy tangencial) para ofrecer una
vuelta de tuerca sobrenatural a las consecuencias del matonismo o bullying.
- El autoestopista (Antoni Serra Vidal): corto, que juega con
lo que supone el lector, con recursos no originales poco usados
en las últimas fechas y del que no hay que dar muchos datos para no estropear su lectura.
- El refugio (José Manuel Lara Briones): casa aislada, jóvenes
perdidos y morador inquietante… caminos trillados para una trama sobre el
mal y el pasado que siempre vuelve.
- Panamera (Marc Sabaté Clos): breve, de alto ritmo, previsible
a partir de cierto punto (pronto, por lo breve) y que coincide con parte de una pequeña línea de la
trama de NOS4A2.
- El ángulo muerto (Manuel Caballero Mateos): lo sobrenatural,
el horror real y el psicológico se dan la mano en un relato bastante bien
escrito pero algo frío y al que parece faltarle algún ingrediente.
- El miasma (Sandra Monteverde Ghuisolfi): otro homenaje a
Lovecraft, lo cual parece más la motivación del relato que su motor narrativo.
- En busca de Dios (Ana Vivancos): horror cosmogónico y espacial,
bastante bien escrito con tendencia a regodearse en sí mismo, relato
ganador de la primera edición del concurso y de interesante empaque incluso
fuera de esta recopilación.
- Larvas negras (Rubén Ibáñez González): fin del mundo de origen
interesante y por razones interesantes, siempre hablando del subgénero,
bastante conseguido en la sensación de agobio de los personajes y segundo
clasificado en la segunda edición del concurso.
- Nada más por ver (Luis Guallar): otro fin del mundo que
parece una maligna versión de La niebla desde perspectivas
gerontológicas, logrado desde la visión de varios de sus protagonistas y la exposición
de su naturaleza y estado de ánimo, tercer clasificado en la segunda edición
del concurso y un relato tanto bastante especial como bastante distintivo.
- La puerta 21 (Yolanda Camacho Sánchez): cotidianidad
sobrenatural que se ve venir desde lejos y escrito con honrosa sencillez
técnica, este relato ganó la primera edición del concurso.
- La recepcionista (José Luis Ordóñez): relato salpicado de referencias del género,
rápido de leer, bastante bien escrito por más que use unos tiempos arriesgados,
que va pasando del horror más psicológico al más real y segundo clasificado en
la primera edición del concurso.
- El horror oculto (Manuel Caballero Mateos): otro homenaje a
H. P. Lovecraft, muy ceñido a sus estilos, temáticas y recursos, con todo lo que ello
implica (seguro que me entienden) y que alcanzó el tercer lugar en la primera edición del concurso.