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jueves, 27 de agosto de 2020

LAS MEJORES HISTORIAS DE ULTRATUMBA. Varios autores



-Mezcla extraña con varios clásicos entre sus páginas.-

Portada del libro Las mejores historias de ultratumba, de varios autoresGénero. Relatos.

Lo que nos cuenta. El libro Las mejores historias de ultratumba (publicación original: 1973), con introducción de A. van Hageland, también responsable de la selección de trabajos para la antología, ofrece veintitrés relatos reunidos bajo la temática que ilustra el título pero que “estira” el concepto de ultratumba hacia varios aspectos de lo sobrenatural, y que nos permitirán conocer al fantasma que habita en las oficinas del Times, a unas personas que roban cuerpos de las tumbas con la intención de usarlos para la ciencia, un campamento minero abandonado, a un bibliófilo recalcitrante, las anotaciones del diario de una profesora, a una vampira juvenil, a una persona que contacta con los fallecidos, a los responsables de una revista pulp, entre otros asuntos y personajes.

Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.

     - La mano desollada (Guy de Maupassant, 1883): más conocido como La mano disecada, anticuado desde perspectivas contemporáneas en cuanto a la técnica y la supuesta fuerza del horror que trabaja, que por momentos hace pensar en el autoplagio (sin serlo en absoluto) cuando uno recuerda el relato La mano.

     - El hombre encantado (Charles Dickens, 1848): novela corta conocida en español también como El hechizado y el trato con el fantasma, El hombre embrujado o El poseído, parecidísima en muchas cosas a Cuento de Navidad pero con un protagonista más íntimo y misántropo que el avaro Scrooge.

     - ¡Pobre Sonia! (Claude Seignolle, 1965): trabajo del que ya hemos hablado aquí, con formas que aluden a unos tiempos muy anteriores a su fecha de escritura, quizá algo voluntario para eludir la normalidad con la que se exponen situaciones bastante horribles.

     - El testigo ausente (Walter Beckers): derivas surrealistas en un texto que, si no fuese por las referencias que lo sitúan en tiempos relativamente cercanos, también parecería muy anterior en el tiempo por sus formas.

     - Monsieur Barbazul (Emil Petaja, 1944): reinterpretación del conocido personaje desde una óptica entre lo surrealista y lo burlón, aunque creo que no intentaba eso.

     - Los diez relojes (E. C. Grenville Murray): bastante breve, irónico y quizá falto de mordiente.

     - El último hombre (Seabury Quinn, 1950): otro de los trabajos que genera sensaciones mucho más anticuadas de lo que su fecha de publicación original debería ofrecer.

     - Una casa con jardín (Eddy C. Bertin, 1972): manejo suave y agradable, dentro de un orden, de la posesión de una mujer por parte del fantasma de otra mujer.

     - Hamlet (William Shakespeare, Charles Lamb y Mary Lamb, 1807): trabajo que formó parte de Tales from Shakespeare, recopilación de relatos que trataban de acercar la obra de Shakespeare a los más jóvenes mediante el trabajo de los dos hermanos (aunque a ella no la acreditaron en la portada hasta tres décadas después), discutible respecto a su llegada hasta esa franja de edad y logrado como resumen narrativo de la famosa obra.

     - El resurreccionista (Robert L. Stevenson, 1884): relato mucho más conocido como El ladrón de cuerpos, pero también como El ladrón de cadáveres, El profanador de tumbas, Los ladrones de cadáveres o El usurpador de cadáveres, por citar algunos de sus muchos nombres en las traducciones, clásico del horror muy famoso.

     - Las lechuzas (Michael Grayn, 1967): historia de fantasmas que, como varios otros trabajos de esta antología, ofrece formas y atmósferas que parecen de otra época anterior.

     - Samuel Sappy (Anónimo, 1882): trabajo sencillo que juega con lo que es cierto y lo que no dentro de lo sobrenatural.

     - El misterioso rostro del Polo Norte (Jean Ray, 1964): escrito bajo el sinónimo de John Flanders, brevísimo, que también juega con qué es cierto y qué no en ambientes poco habituales para esta clase de trabajos.

     - La casa del juez (Bram Stoker, 1891): otro clásico que, visto con los ojos de hoy, resulta predecible por cierto encanto que tenga.

     - ¿Quién lo sabe? (Guy de Maupassant, 1890): otro relato que juega con lo que es cierto y lo que no con hechuras algo débiles.

     - Willie el Vagabundo (Walter Scott, 1824): trabajo que, en realidad, es parte del texto de una novela, que también juega con lo real y lo sobrenatural.

     - Ligeia (Edgar Allan Poe, 1838): otro clásico del género bastante conocido con aires góticos notables y que, como Manuscrito encontrado en Zaragoza, podría verse como una sátira de lo que expone.

     - Un torbellino (Ambrose Bierce, 1882): relato más conocido como Un terror sagrado, que también oscila entre lo que es real y lo que es sobrenatural, con alguna deriva de trama dura para la época y poco común entonces.

     - El sueño de mi primo Elof (Émile Erckmann y Alexandre Chatrian, 1859): texto de fantasmas sin demasiado empaque.

     - Casa en alquiler (J. Sheridan Le Fanu, 1838): relato que genera sensaciones parecidas al anterior pero, sin embargo, ofrece una narrativa más potente.

     - La leyenda del Valle Dormido (Washington Irving, 1820): relato mucho más conocido como La leyenda de Sleepy Hollow o también La leyenda del jinete sin cabeza, todo un clásico que creo escuela en la ficción norteamericana y que se ofrece en la versión con acotación final.

     - Los caballos de la noche (Claude Seignolle, 1967): otro trabajo, y ya van unos cuantos, con formas y atmósferas que retrotraen hasta épocas mucho más antiguas de la narrativa de este subgénero.

     - El amistoso desconocido (R. Lionel Fanthorpe, 1963): escrito con el seudónimo de Pel Torro, curiosidad que tal vez no sea de horror pero que maneja muy bien la impostura, la imaginación y la identidad mediante los sucesos que vive su protagonista.