-Uno de los libros que marcó otros
rumbos posibles a la hora de trabajar esta clase de temas.-
Edición en español (2018) |
Género. Narrativa fantástica (hasta cierto punto… o quizá
sería más preciso decir “a partir de cierto punto”).
Lo que nos cuenta. El libro La
maldición de Hill House (publicación original: The Haunting of Hill
House, 1959) nos presenta a Eleanor Vance, una mujer de treinta y dos años
que, junto a otras dos personas, es invitada por el doctor John Montague para
que participe en la investigación científica de los supuestos fenómenos extraños
que se producen en la mansión Hill House. Eleanor tuvo participación en un
evento sobrenatural cuando solo era una niña, sin que haya vuelto a pasarle
nada parecido, pero Montague la considera como una de las personas que puede
contribuir al estudio.
Mi opinión. Y digo que la
novela marcó otros rumbos posibles porque, a
diferencia de lo que se estilaba hasta su tiempo, decide prescindir de
explicaciones concretas, de orientación desde la amenaza y de sucesos
“efectistas” para, por el contrario, mostrar indirectamente personalidades poco
sanas y los efectos de habitar en una casa como esa sobre las mismas.
Pero no solo los efectos “psiquiátricos”, sino los
psicológicos en cuanto a la visión de uno mismo, la autoestima, el autocontrol
y la autoconservación, algo mucho más importante y presente en la obra que lo
“sobrenatural”, porque ofrece algo cercano a una novela de personajes (centrada en uno, pero visto
desde varios) para construir algo cercano al miedo (aunque quizá sea personal, sutil y más
cercano al desasosiego) basándose, sin quererlo, en algo cercano al
posmodernismo.
Destacado. Eleanor,
tanto porque es el epicentro de todo (no solo de los fenómenos, sino de la
propia novela) sin quererlo como por la forma en la que
es retratada desde las actitudes de los otros personajes (y no solo por cómo la
puede catalogar el lector según sus propias acciones).
Potenciales Evocados. Más cerca de Otra vuelta de tuerca (en cuanto a posibles
autosugestiones, no a estilismos) que de Una cabeza llena de fantasmas (de la que, en
realidad, no se aleja demasiado si miramos desde la óptica de lo “psicológico”
en estos temas o desde la de las verdaderas causas de según qué fenómenos);
cerca de Siempre hemos vivido en el castillo, pero
menos lograda; casi nada que ver con el argumento de la serie de televisión homónima.