-Ambiente malsano muy logrado, y no solo el físico del
escenario.-
Edición en español (2017) |
Género. Novela corta.
Lo que nos
cuenta. El
libro Enciende primero, respira después (publicación original: 2011) nos
presenta a Román Viniegra, propietario de un edificio. Román heredó de su padre
un viejo hostal que después vendió para adquirir un inmueble de cinco pisos en
no muy buen estado; tras una mínima remodelación, comenzó a alquilar los
apartamentos (menos el quinto piso, reservado para él mismo) y ganó un buen
dinero que, además, supo invertir. Pero los inquilinos comenzaron a quejarse de
ruidos extraños, olores nauseabundos y presencias inquietantes, por lo que abandonaron
el Edificio Viniegra y Román comenzó una nueva práctica: alquilarlo a personas necesitadas
con problemas económicos, un tipo de gente de la que Román abusa en cuanto no pueden
pagar.
Mi opinión. Relato
publicado originalmente en la colección Calabazas en el trastero dentro del volumen Día de difuntos (antología
de la que ya hablaremos en este blog más adelante) y que ganó el
correspondiente Premio Nosferatu, pero ampliado en esta edición hasta novela corta, que maneja muy bien el horror y casi mejor el que no es estrictamente
sobrenatural porque apela a temas, circunstancias y situaciones que, por
sobrenaturales que terminen siendo, antes tienen una consistencia completamente
cercana y real que llega con facilidad a los lectores (al menos, a este
lector), de ritmo constante y muy apropiado al despliegue de la trama, hasta
ofrecer un trabajo bastante sólido e interesante.
Destacado. La
construcción del personaje principal, sus circunstancias, psique y
comportamiento, que permite crear puentes entre el lector y un protagonista tan
miserable.
Potenciales
Evocados. Manejo de recursos sociopersonales a lo Henry James en cuanto al cuidado, pero totalmente
actualizados hasta la realidad contemporánea y (todavía) más incómodos, junto a
tonos que me recuerdan a las atmósferas pesadas de Casa ocupada, de Javier Vivancos.