-En su momento, ejemplar y de referencia. Ahora no
tanto.-
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Edición en español (1966) |
Género. Historia.
Lo que nos cuenta. El libro Los últimos cien días (publicación original: The Last 100 Days, 1966) ofrece una visión casi periodística, con momentos novelados, de los últimos cien días de
Segunda guerra mundial en el frente europeo a través de un gran número de
participantes en los hechos. Libro también conocido como Los cien últimos días (sí, en serio).
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Edición en español (1970) |
Mi opinión. Largo trabajo, pero que mantiene el interés
(en especial si no se conoce mucho de ese periodo, ya que si es al contrario
se producen sensaciones encontradas en el lector), mucho más importante en su
tiempo de publicación original que ahora (aunque en estas fechas todavía tiene
su lugar y su mérito), narrado con formas de crónica en la mayoría de las ocasiones,
discutible más a menudo de lo que cabía esperar a la hora de valorar su reparto
de culpas y éxitos, con el que hay que hacer auto de fe en ocasiones a la hora
de suponer la veracidad de muchas conversaciones que no siempre tienen
contrastada su autenticidad más allá de las aseveraciones de algún superviviente,
llena de pequeños desvíos laterales en el rumbo central que no siempre (o más bien
casi nunca) son de interés para el asunto principal (pero sí ofrecen momentos
curiosos cuando menos y siempre ilustrativos del espíritu que
reinaba en los diferentes puntos de interés para el escenario europeo de la
Segunda guerra mundial), que se aleja del horror general, de los daños y
destrucciones anónimas porque, aunque esas cosas estén al fondo y
sobrentendidas, el autor prefiere centrarse en protagonistas más o menos
conocidos aunque ofrezca algo de espacio a las víctimas menos famosas y más
abundantes, algo desestructurado en ocasiones, con reparto extraño de los
tiempos literarios y, con todo, una obra importante en su temática.
Destacado. Las traducciones al español. Ojito que no
son todas iguales.
Potenciales Evocados. Estilo con aires de Tierra calcinada y ¿Arde París?, pero era
una forma de narrar entonces que varios escritores decidieron utilizar; es inevitable
pensar, durante buena parte del libro, en Berlín. La caída: 1945 de Antony Beevor, pero
con más opiniones (disfrazadas o no de manifestaciones de los protagonistas) y
mucho menos actualizada en cuanto a documentos (pero por otra parte con más
acceso directo entonces a muchos de los supervivientes).