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jueves, 28 de agosto de 2014

SEGUNDO GRAN LIBRO DEL TERROR. Varios autores

-Otra muestra de diferentes gustos y tendencias en el asunto hace más de treinta años.-

Género. Relatos.
Portada del Segundo gran libro del terror, de varios autores
Edición en español (1990)

Lo que nos cuenta. El libro Segundo gran libro del terror (publicación original: Dark Forces. New Stories of Suspense and Supernatural Horror, 1980) es una antología de relatos que trabajan distintas categorías de horror, irregulares en alcance y con pocas gemas, por lo que podríamos decir que ofrece un grado de satisfacción general por debajo del que ofreció El gran libro del terror (aunque en su defensa hay que decir que fueron las ediciones en español las que los relacionaron de cierta manera cuando, en las ediciones originales, nada tenían que ver ambos libros y este volumen, en concreto, se publicó siete años antes) seleccionados por Kirby McCauley, todos escritos para esta antología (aunque alguno fue publicado después en otros libros) y que tocan temas tan diferentes como ancestros increíbles, criaturas entre la maleza, la venganza de una bruja contemporánea, una raza extraña que vive en el subsuelo de Nueva York, un tipo muy especial de trabajador, un camarero molesto, inundaciones, una niebla que esconde la muerte y paradojas temporales domesticas, entre otros temas.

Mi opinión/ Destacado/ Potenciales Evocados.

    - Turno de noche (Dennis Etchison): horror a través de lo supuesto y comprendido, prefiere recurrir a la inquietud en lugar de al efecto, sencillo, previsible en líneas generales y sin alardes.
       - El enemigo (Isaac Bashevis Singer): trabajo sobrio de un autor poco dado a estos derroteros literarios y al que le falta más empaque en la trama para tener un lugar propio en la antología, tanto por lo que cuenta como por sus aires de otro tiempo.
     - El ángel oscuro (Edward Bryant): brujería y venganza retorcida en un texto bastante bien escrito en lo técnico, pero algo falto de chispa.
      - La marca del treinta y seis (Davis Grubb): género a la antigua en varios sentidos, también algo escaso de fuerza.
      - Mark Ingestre: la historia del cliente (Robert Aickman): revisión psicosexual de Sweeney Todd, de fondo potente y frente que no pasa de curioso.
    - Donde termina el verano (Karl Edward Wagner): criaturas entre el kudzú, coleccionistas de chatarra y previsibilidad por encima de cualquier ejecución, por profesional que sea.
     - El Rey del Bingo (Joyce Carol Oates): relato muy bien escrito, pero de temática que no hace fácil entender su inclusión aquí por mucho que trate de algo desagradable.
     - Los hijos del reino (T. E. D. Klein): idea que podría ser interesante, pero alargada en demasía para un relato intentando dar mayor profundidad a los personajes y el entorno, con lo que tal vez no se pueda disfrutar con comodidad.
     - El detective de los sueños (Gene Wolfe): trabajo con referencias aquí y allá de lo fantástico antiguo, agradable de leer y que podría explicar la presencia, años después, del autor en The sandman. El libro de los sueños.    
    - La venganza es (Theodore Sturgeon): rápido, de momentos duros y desagradables de los de Bing en NOS4A2 sin olor a jengibre, corto, solvente y previsible en la idea general, que no en el detalle.
     - La camada (Ramsey Campbell): trabajo breve urbano y sobrenatural del autor cerca de las ideas y formas que le dieron fama en su momento, pero sin sobresalir.
     - El pozo que silbaba (Clifford D. Simak): relato que sorprende por quién lo escribe y los rumbos que decide tomar, mezclando un tema recurrente en el horror en otras épocas con otro que se maneja poco, por no decir nada, de tonos atractivos.
      - La extraña morada (Russell Kirk): trabajo con formas y fondos con casi un siglo de antigüedad, tal vez interesante para los más amantes del horror vintage.
      - Donde crecen las piedras (Lisa Tuttle): relato correcto sin sorpresas, sobre miedos y realidades, un poco desangelado aunque tal vez por ello encaje bien en la antología.
    - Nochebuena (Robert Bloch): otro relato con ecos de tiempos anteriores en su trama aunque tratando de modernizarlos, con horror gore nada explicito en detalle, pero sí potente.
      - La broma estúpida (Edward Gorey): poesía que trabaja el horror desde muy lejos y fantasía desde más cerca.
     - Un toque de mal humor (Ray Bradbury): paradoja temporal (o fantasía temporal, tal vez) positiva en lo aparente, pero que no lo es en absoluto, y entre los relatos más logrados del volumen desde lo sutil.
      - Lindsay y el blues de la Ciudad Roja (Joe Haldeman): trabajo poco común en la obra de Haldeman, de localización exótica, ambientes malsanos y amenazadores, al borde del efectismo y con un detalle importante en común con otro de los relatos, aunque los autores no habían hablado de ello de forma previa.
      - Un jardín de rosas rojinegras (Charles L. Grant): aires góticos sin pertenecer a ese estilo y que no puedo evitar que me recuerde a La bella y la bestia de Cocteau por las imágenes que me generó mientras lo leía.
    - Los búhos ululan de día (Manly Wade Wellman): horror que también es trabajado desde la perspectiva que tenían los autores del concepto en otras épocas, con lo que su fuerza actual es menor, pero impecable en cuanto a lo técnico.
     - Si hay voluntad (Richard Matheson y Richard Christian Matheson): otro de los trabajos destacados en la antología, breve, directo, agobiante como el escenario en que transcurre y que lleva muy bien al lector a donde lo quiere llevar.
   - Trampas (Gahan Wilson): cruce extraño de ciertos elementos recurrentes en cuentos y fábulas con efectismos modernos de género.
    - La niebla (Stephen King): el relato más conocido de toda la antología, el más largo (casi más bien una novela corta) y el principal responsable del (relativo) éxito de esta publicación ya que, durante un tiempo, solo se podía encontrar en este volumen, que tarda en arrancar, pero que, cuando lo hace, atrapa con fuerza.