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miércoles, 25 de noviembre de 2020

RELATOS QUE ME ASUSTARON. Varios autores


Portada del libro Relatos que me asustaron, de varios autores
Edición en español (1973)
-Más flojo que irregular.-

Género. Relatos.

Lo que nos cuenta. El libro Relatos que me asustaron (publicación original: Stories That Scared Even Me, 1967) es una antología de horror con veinticuatro relatos (de longitud muy variada) y una novela de ciencia ficción (no una novela corta, nada de eso), de traducción pobre en general, que aunque se comercializa bajo la referencia de Alfred Hitchcock no tiene intervención real del cineasta en la selección de trabajos sino que esa labor recae sobre Robert Arthur (autor, también, de uno de los relatos del libro), que no ofrece la introducción de Hitchcok que sí aparecía en el original, con varios textos adaptados a la pequeña pantalla (y no necesariamente para la serie de televisión a la que dio nombre el director de cine), que nos ofrecen, entre otros, el enfrentamiento (literal) entre peatones y conductores, una criatura que acecha en la espesura, varios ejemplos de personas que terminan en lugares poco recomendables (queriendo, pero sin saberlo, o sin querer), el testimonio del superviviente de una expedición dada por desaparecida, una pareja posapocalíptica muy particular, una familia perfecta y muerta o el destino que le espera a un prestamista.

Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.

    - Fishead (Irving S. Cobb, 1913): horror (para su época, claro, aunque hay que señalar que su narrativa es más contemporánea de lo que cabría esperar) a medio camino entre Crónica de una muerte anunciada, pero en versión bayou, y algo parecido a una criatura de Lovecraft, pero en los pantanos.

    - La cámara oscura (Basil Copper, 1965): relato que, a diferencia del anterior, parece más anticuado de lo que es en realidad, mientras mezcla la crítica social con la maldad.

    - Una muerte en la familia (Miriam Allen deFord, 1961): trabajo que, más allá de lo horrible o tétrico de la situación, ofrece un tipo de tristeza poco común que, incluso, puede despertar cierta clase de lástima.

    - Los hombres sin huesos (Gerald Kersh, 1954): ciencia ficción disfrazada hasta el final, bastante Pulp y que bordea lo surrealista en bastantes momentos.

    - Sin un ruido (Damon Knight, 1949): trabajo incómodo (punto para el autor por lograrlo) según despliega sus efectivos, breve y efectivo.

    - La fiesta de cumpleaños (John Burke, 1965): matonismo infantil manejado con intención.

    - La equis señala al peatón (Fritz Leiber, 1963): distopía sarcástica que reparte a diestra y siniestra contra muchas actitudes sociales de su época, llevándolas al extremo, pero también de nuestro tiempo.

    - La curiosa aventura de míster Bond (Nugent Barker, 1939): aires a otros tiempos que son buscados, en cierto modo, para adaptarse a una trama que se ve venir de lejos y unos tonos que pueden recordar a La leyenda de Sleepy Hollow, pero más “humorísticos”.

    - Dos solteronas (E. Phillips Oppenheim, 1926): trabajo previsible en lo general, que no en sus razones particulares, quizá crítico con aspectos de lo sentimental y unos tonos british intensísimos.

    - El cuchillo (Robert Arthur, 1951): horror de otras épocas, previsible también, que de refilón nos acerca a una figura criminal que siempre ha tenido mucho atractivo.

    - La jaula (Ray Russell, 1959): ironía que a la vez juega con lo que es “fantástico” y lo que no, de localización exótica dentro de la antología.

    - El monstruo (Theodore Sturgeon, 1951): propuesta mucho más Pulp de lo que Sturgeon solía ofrecer en sus trabajos más interesantes.

    - Casablanca (Thomas M. Disch, 1967): aproximación curiosa a lo “kafkiano” (sin serlo en realidad) desde premisas de ficción, de tiempos de la Guerra Fría y con mucha crítica a varios aspectos de la sociedad de su tiempo (algunos, en realidad, perduran hoy).

    - El camino a Mictlantecutli (Adobe James, 1965): enésima aproximación a la decisión entre el bien y el mal en el comportamiento de las personas, marcado por sus deseos.

    - El guía hacia el castigo (Ellis Peters, 1965): breve, dinámico, que se ve venir de lejos.

    - El estuario (Margaret St. Clair, 1950): eventos sobrenaturales entre barcos abandonados y saqueadores.

    - Dura ciudad (William Sambrot, 1957): mezcla de surrealismo, ideas preconcebidas y horror psicosocial.

    - El enano (T. H. White, 1935): trabajo raro, trasnochado, que por momentos no parece tomarse en serio a sí mismo.

    - Noche en casa de Black (Robert Somerlott, 1964): relato con supuesta sorpresa en el giro final, pero que se ve venir si se ha leído un mínimo.

    - La habitación de los niños (William Wood, 1964): trabajo sobre casa encantada que, sin abandonar del todo los tópicos al respecto, toma unos caminos algo distintos pero reconocibles.

    - ¡Tan real!... (Robert Specht, 1966): texto basado en una broma que sale de manera imprevista, pero que también se ve venir de lejos.

    - Viaje a la muerte (Donald E. Westlake, 1959): localización muy poco habitual (forzada, sí, pero se puede “comprar”), breve y más horrible por lo que no muestra.

    - El amo de los perros (Algis Budrys, 1966): horror de varios tipos en un mismo texto, que incluso se acerca a lo sociourbanístico, incómodo de varias maneras.

    - El candidato (Henry Slesar, 1961): trabajo breve y que también se ve venir desde muy lejos.

    - El misterio de las profundidades (John Wyndham, 1953): primera versión de Kraken acecha (que de unos años hacia acá se conoce también como El kraken despierta), porque se publicó ese mismo año, pero antes, con este nombre en los USA y con varios cambios en la trama de la pareja protagonista (incluso se extienden los sucesos del final con otros rumbos) que no afectan de forma significativa al espíritu del libro.