-De los tres
volúmenes, quizá el más “raro”.-
Edición en español (1983) |
Género. Relatos.
Lo que nos cuenta.
El libro Visiones peligrosas II (publicación original: Dangerous Visions, 1967)
es la segunda parte de una famosa antología, que en español se publicó en tres
volúmenes como su edición de 1969, y que en la actualidad
todavía se valora bastante, por más que el tiempo le haya pasado cierta factura,
debido a la naturaleza del proyecto (pueden saber más aquí), con el recientemente fallecido Harlan Ellison
como responsable de la selección, del proyecto y de la introducción (que en
este volumen trata de las reacciones y consecuencias de la publicación
original), pero también del comentario al inicio de cada uno de los relatos
(que, al final, tienen comentarios de sus propios autores). La primera parte es
Visiones peligrosas I.
Mi opinión/Destacado/Potenciales
Evocados.
- El hombre que
fue a la Luna... dos veces (Howard Rodman): trabajo sencillo pero nada simple,
que apela a la sensibilidad con argumentos para ellos y que, tanto cuando se
publicó como ahora, es discutible que sea ciencia ficción por mucho que sea un buen texto.
- La fe de
nuestros padres (Philip K. Dick): relato que Ellison, en la introducción, describe
cómo fue escrito y que, por ello, trajo bastante polémica general (e incluso
personal con Dick), aunque en descargo del buscapleitos Harlan es un comentario
con sentido por lo que narra y cómo lo narra, un acercamiento a uno de los
temas recurrentes de Dick con algo de horror, trasfondo tan ucrónico como
distópico y desde perspectivas (directamente) alucinógenas.
- El rompecabezas
humano (Larry Niven): otra distopía que bordea temas actuales, sin llegar a extremos como los de la
trama, porque polémicas parecidas pero menores ya comienzan a surgir, de buen
ritmo, malvado y algo más oscuro que la producción habitual de Niven.
- Voy a probar
suerte (Fritz Leiber): relato interesante porque, debajo de sus premisas “fantásticas”
(no digo más por aquello de los spoilers), Leiber nos muestra con valentía una
realidad del personaje bastante dura y terrible, sobre todo para su familia, de
una clase que en este tipo de trabajos y hasta esa época solían evitarse.
- El señor Randy,
mi hijo (Joe L. Hensley): trabajo que, como el anterior, usa creencias para
desarrollar su trama pero de otro tipo y con otra intencionalidad, muy
distinta, además de usar un tipo de personaje, Randall, que no solía usarse en
demasía (pero esto son Visiones peligrosas, ¿no?, y tomaron ciertos riesgos en
aquel momento).
- Eutopía (Poul Anderson): otra ucronía y distopía a la vez, de buen ritmo aunque formas algo
anticuadas, y que en su trama se arriesga con derivas que dejan las del
anterior relato en pañales porque, sin la menor duda, esta sí que fue una
visión peligrosa en su tiempo (ahora, incomoda bastante).
- Incidente en Moderan
y La escapada (David R. Bunch): el primer relato está incluido en un libro del
que ya hemos hablado en este blog, Moderan, y de la misma forma que el segundo, pero
con un tono y una trama distinta, nos llevan a ese mundo tan particular de Bunch (el único con dos trabajos en la antología) en el
que la carne sobra cada vez más y, por el contrario, son metal y guerra lo más
importante (junto a los estilismos y derivas New Wave, claro).
- La casa de
muñecas (Hugh Parry): escrita bajo el seudónimo de James Cross porque se
desviaba bastante de la producción habitual del autor, trabajo mucho más de
fantasía que de ciencia ficción y con un toque de horror pulp, camuflado bajo
una técnica competente.
- El sexo y/o el
señor Morrison (Carol Emshwiller): relato del que ya hemos hablado aquí, que en casi todos sus conceptos,
ahora sencillos por más que curiosos, se adelantó varias décadas a casi todo lo
imaginable en el género (y si me apuran, alguna década también fuera de la
ciencia ficción) por el punto de vista, por qué piensa y cómo lo piensa la
protagonista para ofrecer otra visión peligrosa, muy diferente a la de Poul Anderson, y
que funciona hoy tan bien como hace medio siglo.
- ¿Cantará el
polvo tus alabanzas? (Damon Knight): trabajo con su punto curioso por lo que
propone, quizá provocador en su tiempo porque la religión estaba (más) presente
en todos los órdenes, pero al que el tiempo ha pasado factura (aunque su ironía
funcione todavía).