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lunes, 30 de abril de 2018

CALABAZAS EN EL TRASTERO: CRIPTOZOOLOGÍA. Varios autores



-Criaturas bastante extrañas en un viaje por diferentes localizaciones y tiempos.-
Portada del libro Calabazas en el trastero: Criptozoología, de varios autores 
Género. Relatos.

Lo que nos cuenta. El libro Calabazas en el trastero: Criptozoología (publicación original: 2017), con prólogo de Jaime Noguera, ofrece trece relatos que, mediante distintas ópticas de horror fosco, se acercan al tema de los críptidos para llevarnos a un atolón del Pacífico, a los Estados Unidos de América de la Guerra Civil pero también al norte de México, a Mozambique, a Madrid durante el 23-F, a Irlanda, a la República Democrática del Congo pero también al Congo Belga, a la España visigoda y a la España actual, de nuevo a los USA pero esta vez a su frontera noroeste en la actualidad y también en tiempos de la Gran Guerra, al Mediterráneo en tiempos del descubrimiento de América o al Londres victoriano. Vigésimo cuarto volumen de la serie Calabazas en el trastero.

Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.

   - Bajo el ruido de sables (Santiago Aparicio Lara y José Luis Alonso): trabajo con un protagonista a su pesar y víctima de la obsesión de otro (pero también de la criatura, que hace su parte).

   - El que detiene los ríos (Francisco José Segovia Ramos): racismo, codicia, egoísmo y criminalidad que, desde el principio, se ve que no puede terminar bien para nadie.

   - Bitter Bite (Salomé Guadalupe Ingelmo): trabajo de amable sobriedad que usa el tema de la convocatoria para homenajear a Ambrose Bierce (tanto en su trama como en algunos de sus estilismos), narrado con seria calidad y logrado en su objetivo.

   - Bajo las aguas oscuras (Anaïs Bahillo): con horror explícito pero más exitoso en el horror íntimo que refleja, de atmósferas compactas y que revisa el amor desde prismas oscuros, bastante oscuros.

  - El cuerno de la pureza (Víctor Villanueva Garrido): combinación curiosa de superstición, venganza y criatura sobrenatural, de narrativa suave y un final llamativo por cómo se resuelven las cosas, combinándolo todo de forma “malévola” pero sensata por completo.

   - Ibérrimo de alcantarilla (Martín Salegui): creepypasta críptido con homenajes a la convocatoria, un protagonista conseguido en su notable patetismo y un humor bien combinado con el horror.

 - ¡Hasta nunca, Seinfeld! (Marco Antonio Marcos Fernández): narración epistolar “a la antigua”, con una voz del personaje principal (el que escribe la carta, claro) lograda.

 - Bakemono-ni-Kogarasu (Mikel Patón): críptido oriental, un Robinson Crusoe también oriental y unas derivas sin sorpresas pero con un toque apropiado de sentimientos.

  - Aprendizaje (Lisardo Suárez): repetición de criatura pero, igual que el otro relato que usa el mismo críptido en sus páginas, la maneja como excusa para contarnos otra historia que va más allá del tema de la convocatoria.

  - El alma partida de las sirenas (Juan Ángel Laguna Edroso): trabajo sólido, sobrio y sensible a la vez, con un manejo interesante de las emociones del protagonista y cómo son combinadas con su deber personal.

   - La función del cuerno (Óscar Muñoz Caneiro): otro relato que repite criatura pero la usa como herramienta para una historia muy triste de fantasmas, sentimientos y repaso de lo que los padres pueden hacer a sus hijos sin darse cuenta y con la mejor intención.

  - Hipocampo (Antonio Sancho Villar): texto que va más allá de la ficción de los críptidos hasta algo… “mayor”…, bien localizado en cuanto al tiempo y lugar en el que transcurre.

  - J’ba Fofi (Curro Esteves): uso del críptido para ir hacia otro tipo de horror sobrenatural (y son varios los relatos que han tomado decisiones semejantes, todo un acierto en mi opinión), en un texto con cierto exotismo.