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domingo, 19 de noviembre de 2017

CLEMENTINE. Cherie Priest

-Evita problemas anteriores, genera otros nuevos.-

Portada del libro Clementine, de Cherie Priest
Edición en español (2013)
Género. Ciencia ficción.

Lo que nos cuenta. En el libro Clementine (publicación original: Clementine, 2010) el capitán Croggon Beauregard Hainey, delincuente culpable de muchas clases de delitos, persigue a su propia nave, que él mismo robó ocho años antes y que ahora ha sido robada por otra persona, desde Seattle hasta Kansas. El capitán sabe que la Cuervo Libre debería volar mucho más deprisa, porque conoce sus capacidades, pero por alguna razón se desplaza con una lentitud desacostumbrada y eso permite mantener la persecución. Maria Isabella Boyd, polifacética profesional y espía que trabajó mucho tiempo para la Confederación y que ahora está sin empleo, es contratada por la agencia Pinkerton y su primera misión, auspiciada por los intereses del gobierno de la Unión, consiste en asegurarse de que una nave, la Clementine, llegue a su destino en Kentucky sana y salva; pero es advertida de que la nave es perseguida por Croggon Beauregard Hainey. Segundo libro de la serie El siglo mecánico.

Mi opinión. Steampunk de acción más que de atmósferas, que igual que el volumen anterior sigue transcurriendo en unos Estados Unidos en guerra civil, pero desde la ucronía y, además, con una trama distinta y alejada de Boneshaker (por más que haya alguna referencia), novela que resulta exitosa a la hora de crear el trasfondo con meras (y escasas) pinceladas ficticias más que comprensibles que se despliegan con acierto sobre la historia real del conflicto y la sociedad norteamericana, de ritmo trotón contenido, muy rápida de leer y tan entretenida como intrascendente.

Destacado. Menos mezcla de cosas sin batir de lo que fue Boneshaker en cuanto a su trama, más directa y a la vez con menor (que ya es decir) entidad literaria.

Potenciales Evocados. Muchos aires a Wild Wild West en una especie de Centauros del desierto con enaguas y en versión aérea (salvando mucho las distancias, pero mucho, mucho, mucho), aunque con Mcguffin tecnológico y realidades socioculturales invertidas por completo.