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viernes, 15 de junio de 2018

FRANKENSTEIN. Mary Shelley


-Además de un clásico, quizá el primer libro de ciencia ficción que se haya escrito.-


Portada del libro Frankenstein, de Mary Shelley
Edición en español (1997)
Género. Novela (en cierto modo y sin intencionalidad directa e inequívoca de serlo, de ciencia ficción).


Lo que nos cuenta. En el libro Frankenstein (publicación original: Frankenstein; or, The Modern Prometheus, 1818) comenzamos a leer las cartas que Robert Walton, al frente de una expedición al Polo Norte, escribe a su hermana. En su viaje, y tras entrever una figura enorme en la niebla a bordo de un trineo, rescata a un hombre que se identifica como Victor Frankestein quien, cuando ve en Walton características que le recuerdan a él, cuenta la historia de su vida y cómo, mediante la ciencia, creo vida a partir de fragmentos de cadáveres.


Mi opinión. Dejando de lado los estilismos de la novela, frutos de otra época y lejanos por completo a la narrativa actual, incluso totalmente ajenos hasta lo incómodo para algunos, Frankenstein ofrece muchas cosas interesantes, como una técnica que juega a cambiar los puntos de vista de manera artificial (todos los personajes, protagonistas o secundarios, “suenan” con la misma voz, entre otros problemillas) pero que funciona muy bien para desplegar la trama y que las impresiones del lector vayan cambiando según avanza y sabe más, o conceptos que hoy reconocemos como ciencia ficción (por primitiva que sea) y que nadie había usado antes de Shelley.


Pero es mucho más potente desde los temas de fondo que trata (o que puede tratar, porque hay bastantes que se pueden ver desde lo metafórico y tal vez no estuvieran dentro de las intenciones conscientes de la autora), no solo para su época sino también para la actualidad, como la ética y la responsabilidad en la ciencia, el determinismo frente al libre albedrío, las consecuencias del progreso, la sensación de no pertenencia y las reacciones a la misma, la búsqueda de aquello que hace “humano” al hombre, la rebelión frente a la injusticia, la “muerte del padre” (no sean ustedes literales, estimados lectores) como mecanismo de crecimiento y desarrollo de la personalidad o la influencia de las relaciones sociales y familiares en el individuo, entre otras ideas que podemos encontrar en estas páginas.


Destacado. Tres cosas: primero, la semilla de la idea quedó sembrada un día como hoy de 1816 durante una reunión en Villa Diodati; segundo, Mary Shelley no la publicó bajo su nombre (primero fue anónima) hasta la segunda edición, cuatro años después de la primera, y la orientación de las críticas negativas de la novela cambiaron de rumbo en relación a ese hecho (sin que nadie comentase cosas parecidas cuando el texto era anónimo); tercero, este año se celebran los doscientos años de su publicación.


Potenciales Evocados. Referente, sin duda alguna, y no referencia, pero por si se diese el improbable caso de que no conocieran esta novela, estimados lectores, se podría ver como una vuelta de tuerca al mito de Pigmalión (algo de eso hay, aunque suene raro) o al del golem desde lo científico (y no lo mitológico), con homenajes a Milton y con derivas de horror para la época.