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jueves, 21 de noviembre de 2013

ANATOMÍA DE LA INFLUENCIA. Harold Bloom

-Alguna batallita y toneladas de literatura comentada.-

Portada del libro Anatomía de la influencia, de Harold Bloom
Edición en español (2011)
Género. Ensayo.

Lo que nos cuenta. El libro Anatomía de la influencia (publicación original: The Anatomy of Influence: Literature as a Way of Life, 2011) ofrece un análisis del concepto de la influencia de ciertos autores, destacados en la literatura universal, sobre las siguientes generaciones de escritores y sus estilos, salpicado con recuerdos personales y plagado de referencias cruzadas.

Mi opinión. Con el subtítulo La literatura como modo de vida, titánico trabajo del famosísimo crítico literario (y en ocasiones polémico, aunque en esta obra no lo llega a ser tanto, pero algo hay) en alcance, que no en extensión, anglocentrista sin tapujos aunque no es de extrañar en el autor y, además, se le termina perdonando por cómo construye su propuesta, que es un gran ejemplo de que, con independencia de los (des)acuerdos y las (diferencias de) opiniones, al argumentar dicha opinión nos terminamos enriqueciendo todos, que puede llegar a ahogar al lector por la miríada de detalles si éste no está deseando que ocurra eso, escrito con obvia pasión, pero ya sin la ceguera de la hybris (perdón, juventud) y en cambio con mucha calidez (aunque férrea, eso sí, ni lo duden), que puede sugerir nuevas lecturas de los clásicos a muchos e incluso relecturas con otra visión (y hasta con otra presencia de ánimo).

Destacado. Su insistencia en tratar de unir los conceptos de “crítica literaria” y “apreciación” aunque luego parece decantarse por la “valoración”, y no solo de libros, si se fijan bien.

Potenciales Evocados. Mucho más madura y contemporizadora que La ansiedad de la influencia; paseando por una biblioteca o en un encuentro de lectores con este libro bajo el brazo, marcado con notitas, con las esquinas dañadas y bien manoseado, usted podrá provocar lo equivalente a lo que podría haber tratado de provocar a mediados de los años ochenta cuando caminaba cerca de la calle Ortega y Gasset en Madrid con los esquís al hombro.