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domingo, 17 de diciembre de 2017

LA TIENDA. Stephen King



Portada del libro La tienda, de Stephen King
Edición en español (1992)
-Lo atractivo pierde fuelle poco a poco.-




Lo que nos cuenta. El libro La tienda (publicación original: Needful Things, 1991) nos lleva hasta Castle Rock, un anodino y típico pueblo estadounidense de Nueva Inglaterra en la que se abre una tienda nueva, Cosas necesarias, regentada por un anciano amable y muy alto llamado Leland Gaunt. Los productos a la venta son muy atractivos para los clientes porque, aunque parezca imposible, suelen satisfacer sus deseos más íntimos y además se adquieren por un precio irrisorio más un compromiso que, por inocente que parezca, terminará liberando tensiones soterradas en el pueblo. Libro también conocido como La tienda de los deseos malignos.


Mi opinión. Novela con claro sobrepeso pero con buena intención (en serio, sí) porque el exceso de páginas trata de aportar más sobre la cotidianidad y las personalidades , exageradas en bastantes casos pero necesarias para la historia que se nos quiere contar, de los diferentes habitantes del pueblo que será sacudido por la amenaza sobrenatural relacionada con eso mismo, con una lectura muy obvia de crítica del consumismo pero otra, no tan obvia pero tampoco críptica, sobre las porquerías bajo las alfombras de todos nosotros, más una menos evidente sobre las miserias del ser humano como especie, no especialmente rápida de leer pero sí atractiva porque consigue que el lector quiera saber más en todos momento, personajes suficientes y una atmósfera que complementa muy bien a la trama de horror pero que, por desgracia, va bajando en intensidad poco a poco hasta el final, un remate que generará sensaciones diversas e intensas de verdad (para mí, la de evento fallido).


Destacado. Para los más aficionados al escritor, verán autoreferencias con frecuencia.


Potenciales Evocados. Muy ilustrativo de esa época del autor: ideas interesantes, desarrollos competentes y finales más que discutibles; trabajo social como el de Straub, pero con otra intención.