-Más lograda como novela que desde la perspectiva de (sub)género.-
Lo que nos cuenta. En el libro El ansia (publicación original: Hunger, 1980) conocemos a Miriam y John, quienes se alimentan con la sangre de sus
víctimas. Ella tiene más de tres mil años de edad y John apenas la acompaña desde hace
un par de siglos, pero Miriam lo ama tanto como a todas las otras parejas que
ha tenido a lo largo del tiempo, ya que, aunque su sangre da cierta
longevidad, no consigue transmitir su aparente inmunidad al paso del tiempo. John
comienza a tener, primero, alteraciones de sueño y, después, comienza a
envejecer con rapidez. La investigación de un grupo de científicos sobre
trastornos de sueño llama la atención de Miriam.
Mi opinión. Novela irregular, porque tiene varios
altibajos debidos a que el autor desea contarnos cosas con independencia de su
pertinencia real para el lector, en la que los “monstruos” tienen motivaciones
comprensibles y muy “humanas”, por horribles que sean sus comportamientos, de
ritmo suave y estable, que decide separarse de convenciones comunes sobre los
vampiros, elige una narrativa sobria para contar la trama y ofrece
pinceladas que derivan de forma momentánea hacia el “horror” y hacia lo
“picantón”, con una secundaria algo forzada y necesaria para lo que nos
quiere ofrecer el escritor, una protagonista mejor construida en lo técnico y con
muchos grises interesantes que explican bastantes cosas, no especialmente
rápida de leer, pero sí agradable.
Destacado. Que
con mucha probabilidad podría ser más del gusto del lector generalista que del
más acostumbrado a lo fantástico y, en concreto, a los vampiros.
Potenciales Evocados. Con ciertas
particularidades “fantásticas”, son vampiros cercanos (en lo conceptual de su existencia, nada más) al de Suzy McKee Charnas en El tapiz del vampiro por aquello de los problemas para pasar
desapercibidos en nuestro mundo moderno y por la perspectiva “técnica” del
fenómeno; si ha visto la película homónima, usa los mismos conceptos con
derivas de trama muy diferentes, hasta diría que significativamente distintas
por la intencionalidad tan divergente que tienen.