Lo que nos cuenta. El libro Mirrorshades (publicación original: Mirrorshades. The Cyberpunk Anthology, 1986), con nota preliminar de Andoni Alonso e Iñaki Arzoz,
y con prólogo de Bruce Sterling, ambos pequeños ensayos de lo que significó (y
significa) el movimiento Cyberpunk, es una antología de trabajos cortos que
exploran distintas vertientes de esa corriente que trajo ideas frescas a la
ciencia ficción hace algo más de treinta años y que es mucho más extensa que
implantes, virtualidad, delincuencia y corporaciones (y eso puede chocar a más
de un lector, avisados quedan).
Mi opinión/Destacado/Potenciales Evocados.
- El continuo de Gernsback (William Gibson, 1981):
trabajo ambicioso en su concepto temático, que es ruptura con el pasado y
homenaje simultáneo al mismo por su trama y la forma de abordarla mediante una
calidad narrativa muy llamativa.
- Ojos de serpiente (Tom Maddox, 1986): relato que, aunque maneja varios de los elementos más comunes al Cyberpunk como los
implantes y las inteligencias artificiales, sobresale al darle una perspectiva
humana notable sobre los decorados bien conocidos (y que le sonarán a la
mayoría de los lectores de Gibson).
- Rock on (Pat Cadigan, 1984): música, distopía,
industria y drogas al servicio de una trama que no olvida el aspecto humano (y
hay varias así en la antología) del personaje principal, en lo que podría ser
un paso más allá de Pequeños héroes.
- Cuentos de Houdini (Rudy Rucker, 1983): a medio camino
entre la ciencia ficción y la fantasía, corto, rápido de leer, que si es Cyberpunk (y los expertos dicen que sí, por lo que yo me callo aunque no esté
de acuerdo) lo es en una de sus vertientes menos explotadas.
- Los chicos de la calle 400 (Marc Laidlaw, 1983):
relato que pudo señalar caminos al manga posapocalíptico actual, con un estilo
rápido y unas atmósferas casi Weird.
- Solsticio (James Patrick Kelly, 1985): trabajo que
ofrece Cyberpunk reconocible en la sociedad del trasfondo, pero ofrece un
excelente despliegue, nada habitual, a la hora de retratar al protagonista, sus
motivaciones y sus comportamientos.
- Petra (Greg Bear, 1982): un gran relato que no parece
Cyberpunk a primera vista, pero usa sus tonos oscuros, sus sabores amargos y sus
brillos oxidados para contar una trama que pudo marcar, en su momento,
rumbos actuales a gente como Lauren Beukes e incluso a China Miéville.
- Hasta que nos despierten voces humanas (Lewis Shiner, 1984):
proyecto secreto e insatisfacción personal se dan la mano para ofrecer un
relato con aires de Ray Bradbury y/o Robert Silverberg actualizados por completo.
- Zona libre (John Shirley, 1985): parte de una novela
(y se nota por el manejo del supuesto desenlace), que se acerca a lo estético
del Cyberpunk, a la música, a la distopía y los líos corporativos de una forma
más cumplidora que satisfactoria.
- Stone vive (Paul di Filippo, 1985): relato centrado,
desde el ambiente corporativo y sus planes, en el aspecto Cyberpunk de la
sociedad, de su estratificación y políticas.
- Estrella roja, órbita invernal (Bruce Sterling y
William Gibson, 1983): política y pretensiones laborales en órbita fuera de la
atmósfera en un trabajo más Cyberpunk por la actitud que por otra cosa, con un
final entre llamativo y chocante.
- Mozart con gafas de espejo (Bruce Sterling y Lewis Shiner, 1985): la versión Cyberpunk de ideas, momentos, situaciones y hasta
tramas de la New Wave, con lo que todo ello supone de bueno y de malo.