Género. Relatos.
Lo que nos cuenta. El libro Relatos para ratos (publicación original: 2014) ofrece quince trabajos cortos del escritor, con tendencia a moverse entre diferentes
expresiones de “lo fantástico”, que nos llevan del Japón de posguerra a las
islas Orcadas durante la Segunda guerra mundial, pasando por un control de la
Guardia Civil, una prisión inquietante, una tienda de ropa femenina, el interior
de un árbol muy especial y una Londres Steampunk y casi de cómic, entre otros
lugares.
Mi opinión. Entretenida recopilación de relatos que
trabajan distintas formas de fantasía (menos algún caso de realidad deformada y
otro de realidad como la copa de un pino, o que le pregunten a cualquier marido
que sale de compras con su esposa y verán…) en su mayoría, aunque tiene espacio
para el horror, la distopía (interesante el concepto del relato El certificado)
y otros subgéneros, sencilla en general, pero más que digna, de prosa poco
florida y que suele ir al grano, agradable de leer, con la dispersión propia
del principiante y con menos errores de los que esa categoría suele ir
acompañada.
Destacado. Desde su posición en la línea de salida y
hasta que encuentre su voz propia, el autor apunta por ahora a “todoterreno”.
Potenciales Evocados. Muchísimos distintos y
variadísimos, desde aires Eisner si este autor hubiese mirado a la infancia sin
ira hasta tonos Chalopin mezclados con Kazuhiko Kato, ecos “lovecraftianos”
menos góticos y “eximenianos” menos inmisericordes, destinos de Joel Schumacher desde la indignación actual e incluso de Brust, pero más obvio desde la ironía,
entre otros muchos.