-En
el imaginario popular, la batalla más famosa de la Segunda guerra mundial y
casi de la Historia.-
Edición en español (2000) |
Género. Historia.
Lo que nos cuenta. El libro Stalingrado (publicación original: Stalingrad. The Fateful Siege, 1942–1943, 1998) comienza con una introducción al escenario general en el frente oriental de la Segunda guerra mundial, prosigue con un repaso breve a la concepción de Barbarroja y su desarrollo
durante la segunda mitad del año 1941 y la primera de 1942, para después sumergir al
lector en el terrible entorno del Ostfront y en lo qué llevo a la decisión de
tratar de tomar Stalingrado en lugar de aislarla mientras el grueso de las
tropas alemanas la rodeaban con destinos más al este, en la descripción de las
operaciones y de las vivencias de los soldados en los combates por la ciudad y
el resultado de la lucha.
Mi opinión. Interesante trabajo, de buen ritmo,
agradable de leer a pesar del estilo que este tipo de trabajos suele tener
porque está escrito con un tono frío, pero apasionado, descriptivo, pero calculador y bastante equilibrado a pesar de tender a contar las cosas desde
la perspectiva de un bando más que desde el otro (sin que sea una diferencia
que peralte los temas tratados), más trabajado en lo técnico del contenido que en
lo narrativo del continente, obsesionado con ceñirse a las fuentes contrastadas
(y señalar con más o menos disimulo a otras obras que no lo hicieron, algo que
suele ser marca de la casa del autor), tan lograda en lo estratégico como en lo
operacional y hasta en lo individual, que expone las cosas con un esquema y un
orden que resultan muy interesantes para el menos conocedor del tema, aunque a éste le pueda parecer algo árido, y un trabajo, en resumen, entre los
tres más importantes sobre lo sucedido en las orillas del Volga hace poco más
de setenta y un años.
Destacado. Lo bien que va situando al lector en el
gran marco de la guerra en el frente oriental para que se pueden entender
muchas cosas importantes sobre Stalingrado.
Potenciales Evocados. De manera inevitable, la obra de William Craig, que es muchísimo
menos formal, rigurosa y académica que esta, pero más humana aunque tenga que
evitar ceñirse a lo contrastado muchas veces (y Antony Beevor, de manera solapada, se lo
recuerda al lector).